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Las urgencias de Portonovo provocan el colapso del consultorio de O Grove

El alcalde Cacabelos expresa su indignación por la suspensión de citas concertadas y la presión de la avalancha de consultas

Asistentes a la última concentración, en 2020, por una mejor sanidad pública en O Grove. | // IÑAKI ABELLA

El alcalde de O Grove José Antonio Cacabelos muestra su más absoluta indignación por la precariedad sanitaria en el PAC local que este fin de semana ha tenido que asumir también las urgencias procedentes de Baltar (Portonovo) que cerró por falta de médicos.

La situación obligó a cancelar todas las consultas previamente programadas para atender en exclusiva las urgencias y los casos vinculados a la explosiva sexta ola del COVID que ayer afectaba a 162 vecinos de la localidad.

Una situación sanitaria al borde del abismo como explica Cacabelos quien resume la situación de forma muy clara: “En el PAC dotado con siete médicos y dos pediatras solo había dos facultativos de adultos y uno dedicado a los niños”.

“En el PAC dotado con siete médicos y dos pediatras solo había dos facultativos de adultos y uno dedicado a los niños”.

José Antonio Cacabelos - Alcalde de O Grove

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Ello supuso que cada profesional tuvo que atender a un promedio de ochenta pacientes por día, lo que sin duda va en detrimento de la calidad asistencial y hace inviable la actividad ordinaria, lo que también repercute en retrasos de más de dos semanas en las listas de espera. La cita más próxima es para el 18 de enero, asegura.

El alcalde no duda en condenar la “situación de abandono de la sanidad pública” en general y “la de O Grove, en particular, que lleva cuatro años maltratado”.

Profesionales sin estímulos

Cacabelos cree que la excusa de la falta de médicos es intolerable pues entiende que ha habido tiempo suficiente para corregir esta carencia. “El área sanitaria de Pontevedra-O Salnés es la más perjudicada por la falta de médicos y eso es debido a una mala planificación y a que las ofertas laborales son poco o nada apetecibles para unos profesionales que tardan un promedio de diez años en conseguir una plaza”.

Añade el regidor que debe reflexionarse acerca de la estampida que se registró este curso en el área. “Este año finalizaron la especialidad MIR un total de 52 profesionales y, ¿sabe cuántos quedaron?; pues solo 12 porque en otras áreas sanitarias de Galicia y de fuera de Galicia les han ofrecido mejores condiciones salariales y de trabajo”, expone.

Asimismo Cacabelos entiende que la Xunta debe hacer una previsión a varios años pues tiene información suficiente para saber que en un centro como el de O Grove iba a haber tres jubilaciones en un año, que existe un calendario de vacaciones que hay que cubrir o que a lo largo de un ejercicio se registran bajas por diferentes motivos. No entiende que la plantilla se infradimensione y se reduzca a un tercio.

El “infierno” de la sanidad pública

La plataforma en defensa de la sanidad pública de Sanxenxo denunció a través de un comunicado “la constante merma de personal en la Atención Primaria y la sobrecarga de trabajo a la que se somete a los profesionales, derivada de esta situación y la suma de las bajas por COVID que afectó al PAC de Baltar, centro que se quedó con una enfermera y una celadora que derivaron las urgencias al PAC de O Grove”- Con esta queja también piden comprensión a los ciudadanos para que entiendan que los protocolos sanitarios “no son elaborados por el personal de los centros de salud pues estos se limitan a aplicar el indicado por el Sergas a la dirección del área”. Quieren defender así a médicos, enfermeros, celadores, administrativos y personal de limpieza que hacen su trabajo según las órdenes marcadas. La plataforma subraya que el personal del centro de salud de Baltar “no solo se encarga de consultas presenciales y telefónicas, sino que atienden a pacientes a domicilio, suplen a compañeros que causan baja y tienen una lista diaria de incidencias COVID, muchas derivadas del caos del sistema de control de la pandemia. Denuncia que tanto los profesionales como los pacientes viven un “infierno” por la falta de protocolos adecuados, una gestión deficiente y falta de personal tras años de desmantelamiento del servicio público de salud.

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