Algunas ferias que se celebran en vísperas de Navidad se han hecho famosas por sus aves de corral, uno de los manjares de tierra más preciados en estas fechas. Es el caso de las de Vilalba o Vila de Cruces. Pero la de Meis también gana adeptos año tras año gracias a la buena referencia de sus gallos. “Yo este año crié entre 50 y 55, y ya los tengo casi todos vendidos”, afirma María Dolores Vázquez, una vecina de Arcos (San Tomé), que lleva criando desde el inicio de plan piloto auspiciado por el Concello.
La feria de Meis se celebra el 22 de diciembre en el recientemente reformado mercado de abastos de Mosteiro. Allí, una decena de criadoras -son todas mujeres-, pondrán a la venta un mínimo de medio centenar de gallos, ya sacrificados y limpios. Las aves que se venden en la feria pesan en torno a los cinco kilos, y se mantiene el mismo precio de las últimas ediciones, de diez euros el kilo. “Este año hacemos así, a ver que pasa. No nos parecía el momento de subir el precio porque hay gente que lo está pasando mal”, añade Vázquez.
El Concello les está echando una mano. Les proporciona unas elegantes cajas de cartón para envasar las piezas, y ha programado para esa mañana diferentes actividades lúdicas para que el ambiente en Mosteiro tenga algo del bullicio típico de las ferias.
Crianza de nueve meses
Los vecinos de Meis suelen comprar los pollos en marzo, cuando tienen un mes de vida. Durante las primeras semanas los tienen a cubierto y los alimentan con pienso, que es a lo que están acostumbrados desde el nacimiento. Cuando ya llevan un mes con ellos, empiezan a meterles “picón” -maíz triturado-, pero aún combinado con pienso. Si no llueve demasiado o no hace mucho frío, a partir de mayo, los gallos ya pasan la mayor parte del día en los huertos, al aire libre, alimentándose de lo que encuentran en la tierra.
María Dolores Vázquez también les da verdura, patatas cocidas y hasta pan desmenuzado. “Se echan a él”, afirma. Esta alimentación natural y el hecho de andar sueltos mucho tiempo durante nueve meses hace que tengan poca grasa, y les confiere un sabor especial.
Otro de las aspectos importantes del cuidado de estas aves es saber gestionar su competencia por el territorio. “Se pelean mucho”, explica la criadora. Tanto es así que en cuanto ve la primera escaramuza, corre a separarlos. Si ve que uno de los dos animales es mucho más débil que su rival, lo separa de los demás, “porque si no entre todos acabarían matándolo”.
Para las vecinas, la calidad de la carne de sus gallos es la clave de que cada año que pasa las comercialicen mejor. “Yo los vendo a gente de A Estrada, de Arcade, pero hay quien incluso ha mandado alguno para Madrid”, añade Vázquez.
De hecho, muchos clientes ya no esperan a la feria y los encargan antes. También son cada vez más frecuentes las peticiones de restaurantes. “En estas fechas nos llevan muchos para comidas y cenas de amigos”, explica la criadora. Ni siquiera la pandemia les hizo un daño excesivo. “El año pasado vino poca gente a la feria, pero aún así conseguimos venderlos todos”.