Los tres delfines atrapados en A Toxa el miércoles pasado, rescatados el sábado en medio de una tremenda expectación, no solo se convirtieron en noticia por la solidaridad que despertaron y los esfuerzos realizados para devolverlos a mar abierto.

También porque han servido para poner de manifiesto el enfrentamiento existente entre la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) y el Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI).

La primera entidad, dirigida por Alfredo López, dirigió el rescate de los tres arroaces y justificó su “desalojo” de las aguas de A Toxa, alegando que en caso contrario, acabarían muriendo de hambre o varados en cualquier rincón de ese espacio.

La segunda organización, dirigida por Bruno Díaz, no solo se negó a participar en el rescate, a pesar de haber sido invitada expresamente, sino que criticó con dureza el operativo, calificándolo de innecesario y peligroso, tanto para los animales como para los voluntarios participantes.

Lo sucedido dejó patentes las diferencias entre las dos partes, que ya se habían puesto de manifiesto en otras ocasiones anteriores, y sorprendieron a muchos, sobre todo a los que estaban a pie de playa participando en el operativo, ya que la tensión llegó hasta allí.

Como se informó puntualmente en FARO, la Cemma denunció que Bruno Días llegó a la playa de A Toxa “con muy malos modos, dando gritos y pidiéndonos que detuviéramos el operativo”.

Frente a lo cual esta entidad defiende que el rescate “no solo estaba plenamente justificado, sino que se planificó durante días y se llevó a cabo extremando las precauciones, pensando en el bienestar de los delfines y disponiendo para ello de todos los permisos necesarios, siempre en coordinación con la Consellería de Medio Ambiente”.

El primero “mostraba niveles de estrés extremos”

Bruno Díaz, el director del BDRI, asegura que el sábado decidió intervenir en el operativo de rescate de los delfines “para exigir la liberación inmediata” del primer ejemplar capturado, “ya que estaba mostrando niveles de estrés extremos, objetivamente determinados por la medición de las pautas respiratorias y emisiones acústicas”.

Tan grave resultó aquel momento, siempre según la apreciación del BDRI, que “los sonidos característicos de situaciones de elevado estrés producidos por el animal se podían escuchar a más de cien metros de distancia cuando más de quince personas rodeaban a este joven delfín a menos de un metro de distancia”.


Alfredo López y su equipo, que se muestran “muy sorprendidos” e incluso “dolidos” por la postura de Bruno Díaz, puesto que “en otras ocasiones sí quiso participar en operativos de rescate similares que apoyó, aunque esta vez se negara a hacerlo y lo criticara”, se aferran a tres décadas de experiencia en la materia.

No solo estaba plenamente justificado, sino que se planificó durante días y se llevó a cabo extremando las precauciones, pensando en el bienestar de los delfines y disponiendo para ello de todos los permisos necesarios

Alfredo López - Presidente de la Cemma

Lo que quieren decir es que el personal de la Cemma trabaja “a diario, verano e invierno”, con los mamíferos marinos. Al tiempo que recuerdan que son “la única organización autorizada para manipular este tipo de animales”, de ahí que sea, también, la responsable directa de la gestión y aplicación de la Red de Varamientos de Galicia.

Tres delfines atrapados en A Toxa

Tres delfines atrapados en A Toxa Manuel Méndez

El director de la Cemma insiste también en que todos los animales que quedan atrapados en la ensenada de A Toxa deben ser rescatados, pues de lo contrario acaban muriendo.

Y recalca, como ya se dijo en días pasados, que una vez dentro de esa zona en la que antiguamente se cazaban, los delfines no se atreven a salir por miedo a pasar bajo el puente, de ahí que, como sucedió el sábado, se haga necesario sacarlos “a mano” al exterior.

En cuanto a los posicionamientos ya conocidos del BDRI, ofrecidos por su director a través de FARO DE VIGO, puede decirse que se suma la publicación en sus redes sociales de una explicación sobre lo sucedido en la que, precisamente, abunda en ese distanciamiento respecto a la Cemma.

Aclaran en este centro de investigación que “los métodos de captura y traslado forzoso de fauna silvestre deben cumplir con dos premisas, como son no provocarles lesiones físicas y minimizar el máximo el estrés innecesario, sufrimiento y dolor derivado de este tipo de operaciones”.

"No todo vale"

Además, “hay que tener en cuenta aspectos éticos en materia de conservación e investigación científica, pues no todo vale, y aunque nadie pone en duda las buenas intenciones de las personas, cuando se pretende llevar a cabo este tipo de acciones hay una serie de directrices que se han de tener en cuenta en todo momento para evitar causar daño, dolor e incluso poder lastrar la supervivencia futura de los ejemplares”.

Los delfines no estaban varados ni en peligro inminente, y el nivel de agua en bajamar les permitía llevar a cabo sus actividades con total normalidad

Bruno Díaz - Director del BDRI

De este modo, Bruno Díaz, que se presenta para dar mayor peso a sus argumentos como “biólogo director del BDRI” y “doctor en Ecología Animal por la Universidad de Burdeos”, además de “especialista en cetáceos para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)”, quiere dejar claro que decidió desvincularse completamente del operativo por considerarlo “invasivo e inoportuno”.

“Le clavaban las rodillas en los lóbulos caudales”

Cuando Bruno Díaz carga contra los organizadores del rescate de los delfines denuncia que algunos rescatadores “bloqueaban forzosamente los movimientos del animal clavando las rodillas sobre sus lóbulos caudales, agarrando las aletas pectorales o tocando el melón de forma repetitiva”.

Una forma de proceder que, añade el BDRI, “confirma la carencia organizativa y de total desconocimiento en las técnicas de manejo de este tipo de animales”.

Operaciones con las cuales “es muy común provocar el síndrome de miopatía por captura”.

Lo cree así porque “los delfines no estaban varados ni en peligro inminente, y el nivel de agua en bajamar les permitía llevar a cabo sus actividades con total normalidad”.

Un momento del rescate de los delfines, en el círculo. Noé Parga

Y no solo eso, sino que “los datos sobre comportamiento, tanto acústico como en superficie”, que recogieron los biólogos del BDRI, “confirmaron las buenas condiciones físicas y conductuales de los tres animales, que se alimentaban, socializaban y descansaban”.

Recomendó esperar a que vararan, si era el caso

Según dice Bruno Díaz, fue esto lo que lo llevó a informar a la Cemma de que este tipo de rescate “deben realizarse solo si los animales corren el riesgo inmediato de quedar varados”.

Momento en el que uno de los delfines es acorralado en la orilla. FdV

Lo considera la mejor alternativa porque los arroaces protagonistas de esta historia “tendrían menor movilidad y se les causaría un menor grado de estrés, en el caso de que los animales no abandonasen la zona por iniciativa propia en los días posteriores”.

Sin embargo, “realizar una captura forzosa, acosarlos de forma continuada para dirigirlos hacia la orilla, sacarlos del agua, extraer muestras biológicas y retenerlos forzosamente en la arena fue una alternativa inadecuada, por el elevado riesgo de que pudieran producirse lesiones graves a los delfines, como resultado del síndrome de miopatía por captura”, sentencia el doctor en Ecología.

"Estuvo 20 minutos fuera del agua"

Como prueba de todo ello asegura que “los datos comportamentales y acústicos recogidos” durante las acciones de rescate llevadas a cabo el sábado, “durante una hora y quince minutos”, habrían confirmado “un elevado incremento del estrés de los tres ejemplares”.

Especialmente graves parecen haber sido las consecuencias del operativo para el primero de los delfines capturados, “ya que fue retenido durante 20 minutos completamente fuera del agua, en una situación extrema de estrés, mientras se le efectuaban numerosos pinchazos, suponemos que para intentar encontrar una vena y recoger muestras biológicas de sangre”.

“Existe riesgo de lesiones musculares permanentes”

El BDRI sostiene que la forma de proceder para rescatar a los delfines “puede provocar lesiones musculares permanentes a los animales, tanto de músculos esqueléticos como del músculo cardiaco, debido a la acumulación de grandes cantidades de ácido láctico en la musculatura y una severa acidosis metabólica que desencadena una necrosis muscular secundaria”.

Las explicaciones que ofrece el BDRI lo llevan a decir que “la retención durante un periodo de tiempo tan prolongado”, con “contracciones musculares continuas y altos niveles de ansiedad”, pudo haber provocado al primero de los delfines “un fallo del funcionamiento de los riñones por la acidosis y la acumulación de mioglobina, que en algunos casos llega a provocar la muerte del animal”.



Te puede interesar: