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El comercio de Vilagarcía languidece a las puertas de la Navidad

La avenida Rodrigo de Mendoza es una de las calles con más tráfico de la ciudad. Noé Parga

Estamos a las puertas de la Navidad, la época más fuerte del año para el comercio. Pero las ventas en Vilagarcía no están yendo como el sector esperaba. Ni siquiera el atractivo del Black Friday ha llenado las tiendas como en años anteriores (salvo las de señaladas grandes cadenas textiles).

Desde Zona Aberta, Rocío Louzán entiende que esta situación se debe a un cúmulo de factores. A la crisis de suministros y al “desencanto de la gente ante la subida de los casos COVID” se suman los problemas de tráfico en el centro de la ciudad, sobre todo desde el cierre de Arzobispo Lago para elevar el paso de peatones en su confluencia con Alexandre Bóveda.

Ambiente ayer en la calle comercial de Rey Daviña. Noé Parga

La presidenta de la asociación de comerciantes no discrepa de las obras, pero cree que “en esta época del año no es el momento” para ejecutarlas. “Sé que solo son una semana pero estamos hablando de una semana muy importante para nosotros”, recalca.

Además, aparcar en el centro de Vilagarcía cada vez es más complicado y la ciudadanía es testigo de ello. El gobierno local mantiene firme su apuesta de ampliar los espacios para peatones y bicicletas en detrimento del tráfico rodado, aludiendo al ritmo marcado por Europa, a su decidida convicción de mejorar el medio ambiente y a construir una ciudad más amable y accesible. De ahí las peatonalizaciones realizadas en los últimos años, como la de la plaza de Galicia, plaza de Independencia o la transformación de O Piñeiriño, entre otras.

El tramo principal de la ciclovía ya está abierto

Uno de los proyectos más recientes y de mayor impacto en este sentido es la red de ciclovías, que atraviesa el casco urbano desde As Carolinas hasta O Piñeiriño, pasando por Rodrigo de Mendoza, con ramificaciones en Fariña Ferreño y Ramón Cabanillas. En total, se han suprimido más de 140 plazas de aparcamiento.

La ciclovía de Rodrigo de Mendoza se abrió ayer al público. | // NOÉ PARGA

La presidenta de Zona Aberta es consciente de que “mucha gente quiere aparcar en la puerta de casa o del comercio” y que hay que cambiar ese chip poco a poco, pero teme que “ese runrún de que es difícil aparcar en Vilagarcía se extienda” y vecinos de los barrios y parroquias y de municipios cercanos dejen de comprar en el comercio vilagarciano. Y es que las tiendas no pueden vivir solo con las ventas de los residentes del centro.

Estacionamientos disuasorios

Para paliar la pérdida de aparcamientos con el modelo de ciudad del gobierno socialista, Alberto Varela puso en marcha varios estacionamientos disuasorios repartidos por el municipio. El más cercano al centro es el de Marxión. También está la TIR y O Ramal y los cientos de plazas de Fexdega, una bolsa de aparcamiento tradicionalmente infrautilizada que desde el inicio de las obras de las ciclovías ha incrementado su ocupación de vehículos. El problema surge cuando coincide que llueve, que un consumidor realiza varias compras y va cargado y que también lleva un carrito de bebé, por poner un ejemplo. Entonces A Maroma ya no queda tan a mano.

La representante del pequeño comercio de Vilagarcía, Rocío Louzán, recuerda que “siempre hemos estado a favor de las calles peatonales” y también de los espacios reservados para el tránsito de bicicletas (ni que decir tiene que ella se dedica a venderlas), pero cree que podrían “tomarse otras opciones” que no tuviesen tantas consecuencias, en referencia a las obras del centro, tanto a las del carril bici como a las que afectan estos días al cierre al tráfico de Arzobispo Lago y Alexandre Bóveda. “Las peatonalizaciones funcionan pero hay cosas que ahora mismo no haríamos”, cuestiona, sin llegar a ser excesivamente crítica con los proyectos del gobierno local.

“Está siendo complicado para nuestro sector. Algunos comerciantes lo tienen muy difícil para continuar abiertos con todo lo que estamos pasando”, advierte Louzán. Recalca que la escalada de casos COVID “es un desquicie” y les afecta mucho, así como el desabastecimiento por la crisis de suministros y ahora el zafarrancho de obras.

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