Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los títulos nobiliarios vinculados a O Salnés no figuran entre los que el Gobierno pretende suprimir

Una de las salas más espectaculares del pazo de Fefiñáns (Cambados) Iñaki Abella

Las enmiendas a la Ley de Memoria Democrática, que se están negociando estos días en los despachos y los pasillos del Congreso han puesto de actualidad los títulos nobiliarios concedidos durante el franquismo y en los que se ensalzan a personas que instigaron, participaron o defendieron el golpe de Estado o la Guerra Civil. El PSOE y Unidas Podemos han presentado una propuesta para la eliminación de 33 títulos de estas características, pero ninguno de ellos está relacionado con O Salnés.

Las distinciones que plantean eliminar los dos socios del bipartito central fueron concedidas entre 1948 y 1978. En el caso de las vinculadas a la comarca arousana, la mayoría son muy anteriores, aunque también existe una firmada por el hoy rey emérito, Juan Carlos I, y que supuso la creación del literario marquesado de Bradomín.

Desde el siglo XIV se han expedido unos 220 títulos nobiliarios vinculados con Galicia, de los cuales se estima que siguen vigentes unos 170. Eso sí, la práctica totalidad de los aristócratas que han heredado estas distinciones ya viven fuera de la comunidad.

En torno a una docena de títulos están relacionados con O Salnés, ya sea por una alusión geográfica, porque el beneficiario tuvo en su día su casa matriz en la comarca o porque poseyó tierras o inmuebles en un lugar determinado.

Algunos de los títulos más antiguos vinculados a la comarca arousana son el del marquesado de Vilagarcía y el del vizcondado de Fefiñáns, ligados ambos a dos de los principales monumentos de la comarca, como son los pazos de Vista Alegre y de Fefiñáns, respectivamente. El marquesado de Vilagarcía fue creado en 1654 por el rey Felipe IV en favor de Mauro de Mendoza, cuya familia estuvo emparentada con el otro gran linaje aristocrático de Vilagarcía, la Casa de Rubiáns.

Fachada del pazo de Vista Alegre, con sus espectaculares escudos Iñaki Abella

Esta última ostenta un señorío desde 1535, momento en el que se promulgó el decreto del rey Carlos I. El primer señor fue García de Caamaño y Mendoza. Algo más de dos siglos después, en 1791, Carlos III concedió a esta casa la Grandeza de España, la máxima dignidad nobiliaria del país. Tanto el marquesado de Vilagarcía como el señorío de Rubiáns siguen vigentes en la actualidad, si bien en el caso del primero de los títulos, el marqués ya no reside en la capital arousana.

También es muy antiguo el Vizcondado de Fefiñáns, pues hunde sus raíces en la primera mitad del siglo XVII. El primer vizconde fue Gonzalo de Valladares Sarmiento y Andrade, por gracia del rey Felipe IV.

Este mismo monarca creó en 1654 el vizcondado de Barrantes, vinculado al espectacular pazo de Ribadumia situado a orillas del río Umia, y que se ve perfectamente desde la vía rápida.

Los orígenes de esta familia son comunes a los García Caamaño de Vilagarcía, y en 2012 el entonces decimotercer vizconde, Juan Manuel Álvarez de Lorenzana Oliag, un madrileño nacido en 1942 que residía en Canadá desde 1989 visitaba Barrantes en compañía de su primogénito, y siguiente vizconde. En una entrevista concedida a FARO entonces explicaba que ya ni siquiera conservaba familiares en Galicia (ni propiedad alguna en Ribadumia), pero que a pesar de todo le gustaba volver de vez en cuando porque fraguó muchas amistades en sus anteriores visitas.

O Grove y Terranova

Más reciente en el tiempo fue la creación del condado de O Grove. Data de 1902, año en el que Alfonso XIII premia al militar Juan Loriga y Herrera-Dávila, uno de sus asesores más fieles. El bisabuelo del actual rey de España tenía en ese momento solo 16 años. La familia Loriga, muy vinculada a Lalín, tuvo propiedades en O Grove, y actualmente el título está vacante.

También hay ocasiones en que los títulos están relacionados con alguna propiedad emblemática. Es el caso del ducado de Terranova, cuyos propietarios construyeron a finales del siglo XIX en la costa de Vilagarcía una espectacular casona.

Hoy, abandonada y en semirruinas, es conocida por muchos vilagarcianos como la “casa de las mil ventanas”. Hace unos años, un grupo de aficionados al cine intentaron rodar en su destartalado interior una película de terror.

El escritor Ramón María del Valle Inclán FdV

Marquesado de Bradomín, una distinción muy literaria

Hay distinciones que existieron antes en la imaginación de una persona que en la realidad. Es el caso del marqués de Bradomín, Javier de Montenegro, personaje de las “Sonatas” del vilanovés Ramón María del Valle Inclán. En 1981, Juan Carlos I creó el marquesado de Bradomín en favor de Carlos Luis del Valle-Inclán y Blanco, uno de los hijos del escritor. Carlos Luis del Valle-Inclán destacó por ser uno de los padres de la rehabilitación del monasterio de Armenteira, que había llegado a la segunda mitad del siglo XX en una situación casi ruinosa. También hizo mucho por preservar el legado literario del autor arousano.

Este tipo de distinciones honoríficas vinculadas a escritores no son excepcionales. Emilia Pardo Bazán fue nombrada condesa de Pardo Bazán en 1908, por gracia de Alfonso XIII, y el premio Nobel de Literatura, Camilo José Cela fue el primer marqués de Iria Flavia. Le otorgaron el título en 1996, siete años después del Nobel.

Hoy en día, los títulos nobiliarios ya no están acompañados de privilegios ni derechos especiales, como antaño. El último que se suprimió fue el de la inmunidad diplomática de los grandes de España, que desapareció en 1984. En algunos contextos, sí reciben un tratamiento especial, ya sea de excelentísimo señor o excelencia en el caso de quienes ostentan la dignidad de grandes de España, o de ilustrísimos señores, en el caso de los demás. Los ducados son los títulos de mayor relevancia, seguidos de los marquesados, los condados, los vizcondados, las baronías y los señoríos. Los más antiguos datan del siglo XII, si bien se hicieron mucho más numerosos a partir del XIV.

La denominación toponímica oficial de los títulos sigue siendo en castellano, pese a que la ley autonómica contempla que solo son válidos los topónimos en lengua gallega.

Compartir el artículo

stats