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Los bomberos alertan: la luz cara y la pobreza energética elevan el riesgo de sufrir un incendio

David Padín, en primer término, junto a sus compañeros del turno de ayer viernes en el parque de Vilagarcía Iñaki Abella

El sargento jefe de los Bomberos de O Salnés, David Padín, lo recuerda perfectamente. Durante los primeros años de la recesión que siguió a la crisis de 2008 aumentó el número de incendios domésticos y de intoxicaciones por monóxido de carbono. ¿Por qué se dio esa relación entre el crack económico y el repunte de la siniestralidad en los hogares?

“La pobreza energética impide que muchas familias utilicen fuentes seguras para calentar sus casas cuando llega el invierno, y que recurran a formas alternativas de producir calor que entrañan mayores riesgos”, afirma. Y si sucedió hace una década, podría volver a pasar ahora, con el precio de la electricidad en máximos históricos.

Con la llegada del frío, generalmente en el mes de noviembre, se produce un repunte de incendios domésticos e intoxicaciones por monóxido de carbono, cuyo origen se encuentra en muchos casos en aparatos productores de calor. En ocasiones, estos siniestros se deben a un mantenimiento inadecuado (o inexistente) de los equipos, pero en esto también influye la situación económica de cada familia.

“Es fácil decir que un incendio se produjo por falta de mantenimiento, pero para tener una perspectiva ponderada y justa de la situación, tenemos que tener presente la existencia de la pobreza energética y no olvidar que esas tareas de mantenimiento también cuestan dinero”, sostiene el responsable operativo de los parques de bomberos de Ribadumia y Vilagarcía, que dependen del Consorcio Contra Incendios de Pontevedra.

Además de la ausencia de mantenimiento, otra fuente de problemas con la llegada del frío es el empleo de aparatos eléctricos portátiles o incluso de los braseros. David Padín teme que durante los próximos meses haya otra vez más incendios originados por estas fuentes de calor alternativas debido al elevado precio de la luz, que hará desistir a muchas familias de encender los calefactores.

Al jefe de los bomberos de O Salnés le preocupan especialmente los braseros. “Son totalmente desaconsejables”, afirma con rotundidad.

Los braseros son una de las formas de calefacción más baratas, y los hay eléctricos o de cisco, que funcionan con carbón vegetal desmenuzado. Estos últimos son muy peligrosos no solo porque a menudo se colocan en lugares con ropa cerca (en la que puede prender la llama), sino también porque en la combustión producen monóxido de carbono, un gas que en espacios mal ventilados puede llegar a ser tan letal que ha llegado a ser denominado como el “asesino silencioso”.

David Padín manifiesta que, en efecto, a mayor vulnerabilidad económica, mayor riesgo de sufrir un incendio en casa. “Es como en todos los órdenes de la sociedad, las familias con más renta tienen más posibilidades de invertir en seguridad y mantenimiento de los aparatos”. La pobreza energética, por tanto, no solo se manifiesta en la dificultad para pagar las facturas a final de mes o en la necesidad de renunciar a determinadas comodidades (como encender un ventilador en verano o la calefacción en invierno), sino que también se refleja en un mayor riesgo de accidente en los hogares.

Seis fuegos en dos meses

Los bomberos de los parques de Ribadumia y Vilagarcía acudieron entre noviembre y diciembre del año pasado a un total de 44 incendios urbanos, de los cuales seis se originaron en aparatos productores de calor. En términos generales, la mayoría de los fuegos domésticos se producen en las cocinas, y las principales causas son los despistes (salir de casa o ausentarse demasiado tiempo de la cocina con una sartén o una tartera al fuego), y la falta de limpieza de las campanas extractoras.

La mayor o menor incidencia de los siniestros relacionados con las fuentes de calor (incendios o intoxicaciones con gas o con humo) también está directamente relacionada con la crudeza del invierno. En este sentido, David Padín señala que de los seis incendios notificados entre noviembre y diciembre de 2020, la mitad se produjeron en la semana de Navidad, que había sido especialmente gélida.

Consejos para evitar un disgusto en casa

En invierno no hay muchos más incendios que en verano, puesto que si bien en los meses fríos se pasa más tiempo en casa y hay más aparatos encendidos, durante las vacaciones la población se multiplica y, en consecuencia, hay más viviendas ocupadas. Pero lo que sí hay más en la época fría del año son incendios originados en aparatos cuya misión es calentar el hogar.

Para reducir el riesgo deben observarse una serie de precauciones. Una de ellas es realizar una limpieza periódica de los tiros de las chimeneas, para evitar que el material inflamable que se origina por la condensación del hollín, las creosotas, puedan prender y originar un fuego. El periodo de la limpieza dependerá del uso que se le dé a la chimenea, pero se estima que por términos generales habría que hacerla cada dos o tres años. También hay que ser muy cuidadosos con la colocación de ropa, sofás o cortinas demasiado cerca de los aparatos eléctricos.

La práctica de poner ropa a secar encima de un radiador es muy peligrosa, pues a menudo se tapa con ella la ventilación del aparato. David Padín también es tajante con la necesidad de revisar todos los años los equipos de combustión por gas, puesto que si no queman bien se puede producir una acumulación de gas muy peligrosa. La llama de los termos debe ser completamente azul y el aparato no puede producir humo alguno, puesto que si tiene un tono anaranjado o se perciben restos de humo significa que está quemando mal, lo que da lugar al monóxido de carbono. Estos aparatos deben estar en lugares bien ventilados, siendo muy peligroso ocultarlos a la vista tras la puerta de un mueble. Otro aspecto importante es evitar las regletas para dar corriente a aparatos que consumen mucha potencia, como los calefactores.

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