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Aprender a reírse también es vacuna

Los juegos se convirtieron en un seguro para la carcajada. | // I. ABELLA

Reírse se ha convertido en los últimos tiempos en un ejercicio de escasa frecuencia. Un medidor de felicidad que ha quedado en desuso en medio de una temporada marcada por los escasos motivos para ello. De ahí que los efectos positivos de una técnica como la risoterapia se haya convertido en una fuente de energía nada desdeñable. Así lo pudieron comprobar las trece personas que participaron en el taller realizado en la bodega Paco&Lola bajo la dirección de la psicóloga Emma Blanco García y organizado por la Asociación Galega de Cooperativas Agrarias.

Ni la mascarilla minimizó los beneficios de la sesión. | // I. ABELLA

Encontrar el clima adecuado para que fluyan las carcajadas ocupa la primera parte de la sesión. “Preparamos el cuerpo para la risa. Es importante experimentar la risa con los demás sin reirnos de los demás. Lo básico es saber reírse de nosotros mismos”, explica la psicóloga que también reconoció que ni la mascarilla impidió que la diversión ni la risa contagiosa se transmitiese a lo largo de las dos horas que ocupó la actividad.

Tener sentido del humor y ser capaz de relativizar los problemas es algo que hace a las personas más atractivas

Emma Blanco - Psicóloga

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Los juegos mentales y de concentración es uno de los ingredientes que ayudan a generar la atmósfera ideal, pero también hay unas premisas en las que la terapeuta incide: “Es muy importante para todo tener una actitud positiva. Tener sentido del humor y ser capaz de relativizar los problemas es algo que hace a las personas más atractivas. Saber aplicar el sentido del humor con sentido común es algo muy necesario”.

Además de los beneficios en cuanto a actitud mental, quedó claro que una buena sesión de risoterapia también tiene beneficios en lo físico. Aunque resulte difícil creerlo, una buena carcajada pone en movimiento alrededor de 300 músculos diferentes de todo el cuerpo: de la pared abdominal, cabeza, cuello, espalda, hombros, brazos, manos y piernas entre otros.

Unas reacciones placenteras que se están demandando mucho en esta llamada nueva normalidad. Incluso reconoce Emma Blanco que “llevo dos meses que me están llamado de diferentes asociaciones sin mover un dedo. La gente tiene unas ganas enormes de recuperar alegría, y sentido del humor. Llevamos mucho tiempo con muchísimas limitaciones y eso genera emociones negativas. Y todo fue muy largo y los problemas se han disparado por lo que es más necesario que nunca utilizar la risa como una herramienta”.

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