El amor por “Tamara” evitó la hoguera de San Xoán

Fernando Piñeiro junto a la dorna “Tamara” a la que salvó de acabar en una hoguera de San Xoán. / Iñaki Abella
A. G.
Su destino más probable era acabar en la hoguera de San Xoán, sirviendo para avivar el fuego que asa las sardinas durante esa noche, pero solo el amor acabó salvando a la dorna “Tamara” de ese final. Hoy se encuentra en el centro de usos náuticos de A Illa, donde se ha reparado prácticamente cada cuaderna y está a punto de regresar al mar totalmente remozada, pese a que muchos no daban un solo euro por su continuidad.
El cambadés Fernando Piñeiro, expresidente de la Federación Galega pola Cultura Marítima e Fluvial, siempre ha estado unido a la navegación tradicional y nunca olvidó la primera dorna con la que navegó. De ella se tuvo que deshacer cuando decidió comprar una más preparada para participar en las competiciones que se desarrollan en la ría de Arousa. “Me dolió mucho, porque fue la primera dorna que tuve y con ella hicieron sus primeras travesías mis hijos, y le guardaba mucho cariño, pero no quedaba otra en ese momento, y la vendía para Corrubedo, muy cerca de donde la encontré la primera vez, en Ribeira”, explica.
La dorna se encuentra ahora prácticamente restaurada en el edificio de usos náuticos de A Illa, en las dependencias de la Escola de Navegación Tradicional
Eso ocurrió en 1999. Lo que desconocía Piñeiro es que sus caminos volverían a cruzarse veinte años después. Ocurrió en un torneo de pesca en el que Fernando Piñeiro formaba parte de la organización. “Miro para el muelle de Corrubedo y veo una dorna; sentí un pálpito y en cuanto me acerqué, me di cuenta de que era ella, la Tamara, la primera dorna que tuve”.
La embarcación se encontraba más cerca de acabar en el fuego que de volver a navegar, pero eso no importó. Contactó con su propietario, que se la había cedido a otro y llegó a un acuerdo para comprarla y rehabilitarla.
Todo estaba listo para el reencuentro cuando estalló la pandemia y llegó el confinamiento. Si estaba en mal estado la dorna cuando la vio por primera vez, en peor situación se la encontró ocho meses después, cuando pudo desplazarse a Ribeira para traerla de vuelta eligiendo el centro de usos náuticos de A Illa. “Tuve que dejarla en la puerta en aquel momento y, al día siguiente, volvió a estallar un nuevo confinamiento por municipios, lo que me impedía acudir a A Illa para comenzar con la reparación”, señala. Piñeiro no estaba dispuesto a dejar que acabase pudriéndose y recurrió a sus contactos en A Illa que la guardaron hasta que pudo acercarse y comenzar con los trabajos de restauración. Pero volvió a surgir otro contratiempo. “Me rompí una pierna y poco pude hacer en la recuperación, solo pude encontrar una persona mañosa y conocedora de las embarcaciones para que se encargase de devolverla a la vida”. Esa persona fue el isleño Adelino Santamaría, que se volcó en el trabajo. “Él es quien tiene el mérito de esta rehabilitación, yo solo ayudé a eliminar las capas de pintura y fue una emoción encontrarse con el nombre que yo pinté hace más de dos décadas”. Si nada vuelve a torcerse, “Tamara” volverá a las aguas de la ría de Arousa la próxima temporada.
Piñeiro fue presidente de la FGCMF, la precursora de Culturmar, una entidad en la que hizo un importante trabajo para acercar la cultura marítima tradicional al público. Ese trabajo sigue desempeñándose en esa entidad. “Han cambiado los nombres, pero el objetivo sigue siendo el mismo, el de garantizar la supervivencia del ingente patrimonio que tenemos”, explica. De hecho, para Piñeiro es “más fácil que los jóvenes se acerquen ahora a la navegación tradicional, y de eso, tienen mucha culpa las asociaciones que forman Culturmar, la espectacularidad de los Encontros de Embarcacións tradicionais, que nos hacen muy visibles, y el trabajo silencioso que están haciendo muchas personas”.
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