La fotografía en Vilagarcía está de luto. El fallecimiento de Rosa Bueno Díaz, para todos Rosita Rañó, es la despedida a una mujer pionera en un arte del que fue aprendiz por amor y en el que se convirtió en maestra por necesidad.

El objetivo de su cámara recogió imágenes que forman parte del archivo histórico de Vilagarcía. Desde el accidente del hidroavión de Icona en el monte Xiabre, pasando por aquella accidentada procesión marítima de la Virgen del Carmen que se convirtió en la última de las celebradas en la localidad.

Rosita fue empezando a mirar a través del visor y descubriendo un talento al que agarrarse cuando el fallecimiento de su marido le obligó a mantener sola el sustento de los suyos

Su idilio con la fotografía se inició de la mano de su matrimonio con José Rañó. Juntos y a base de una profesionalidad labrada con calidad, trabajo y cercanía, su estudio fue convirtiéndose en referencia en la materia para todas las familias de Vilagarcía.

Carril fue su base de operaciones en aquellos primeros años. Poco a poco, Rosita fue empezando a mirar a través del visor y descubriendo un talento al que agarrarse cuando el fallecimiento de su marido le obligó a mantener sola el sustento de los suyos. Una pionera en el empoderamiento femenino con la fotografía como medio de expresión cuando todavía corría la década de los 60.

Desde aquella primera foto que le hizo a Gonzalo Rivera, conductor de un programa de radio para niños, se sucedieron miles de instantáneas. Cualquier vilagarciano que quisiese inmortalizar una fecha señalada encontraba en Rosita Rañó no solo la solución sino también el cariño y el trato que la ocasión merecía. Incluso superó un cáncer hace más de dos décadas que supuso su adiós a la cámara, pero la confirmación de que el apellido Rañó seguiría siendo sinónimo de arte gráfica a través del talento de sus hijos.

Ayer Rosita se despidió a sus 84 años dejando para siempre una bonita imagen en el corazón y el sentimiento de muchos vilagarcianos.