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Un diluvio vacía Vilagarcía en apenas unos segundos

Así fue la tromba de agua que cayó sobre Vilagarcía

Así fue la tromba de agua que cayó sobre Vilagarcía FDV

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Así fue la tromba de agua que cayó sobre Vilagarcía Antonio Touriño

En apenas unos segundos, la ciudad de Vilagarcía se vació por completo. Eran las tres de la tarde cuando una intensa tromba de agua provocó la "estampida" de los vecinos que regresaron a casa o se refugiaron en soportales y bajo los aleros de los edificios para evitar una tremenda mojadura que les obligase como mínimo a cambiar de ropa.

En la estación meteorológica de Corón (Vilanova de Arousa), una de las más próximas a la capital arousana se registraron 35 litros por metro cuadrado a esa hora de la tarde, lo que da idea de la fuerza de las precipitaciones.

Llovió durante toda la mañana con intensidad, pero sobre las dos de la tarde, las precipitaciones fueron constantes por lo que volvió el "fantasma" de las inundaciones de 2006, de las que pronto se cumplirán quince años y que causaron un desastre en negocios y viviendas, sobre todo bajos y sótanos dedicados a garaje.

Ayer se esperaba un día de lluvias, más bien de aguaceros, a tenor de las fechas pues todavía no ha entrado la estación otoñal que suele ser más húmeda, pero lo cierto es que se desató un diluvio y que las nubes descargaron con toda su fuerza el agua que acumulaban.

El agua se encharcó en la plaza de O Castro. Afirman los vecinos que es un problema de desagüe bastante frecuente pero ayer las fuertes lluvias aceleraron el embalsado, llegando a superar los tres centímetros en algunos espacios, cierto que en ningún momento hubo riesgo de inundación que pudiera afectar a bienes inmuebles o a enseres aunque los dueños de los distintos negocios estuvieron avispados y retiraron pronto el mobiliario susceptible de daños.

La tromba más fuerte duró unos cinco minutos, tiempo suficiente para que la ciudad quedara totalmente desierta recordando a los momentos más impactantes del confinamiento, sin un alma por las calles, salvo aquellos pocos previsores que llevaban paraguas.

Ahora, el pueblo presenta una imagen mucho más limpia, con aceras más blancas y un ambiente que aparenta de menos contaminación. A las cuatro de la tarde volvían a colocarse las mesas en las terrazas para devolver el bullicio del verano a la ciudad.

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