La evolución tecnológica ha sido fundamental para el ser humano ya que ha permitido minimizar dificultades y facilitar el trabajo en todos los aspectos. Sin embargo, hay oficios que a causa de esa revolución están abocados casi a desaparecer, a su extinción, al no encontrar relevo generacional. Muchas de esas ancestrales actividades sobreviven todavía en ferias como la que se celebró durante el fin de semana en Baión, la IV Mostra de Oficios, Tradicións e Xogos Populares.

Patiño y Rivas en el puesto de “ferrador”. | // IÑAKI ABELLA

Un paseo por la Mostra retrotrajo a los visitantes al pasado con la presencia de una “malladora”, que se encargaba de separar la semilla de la hierba, un carro tirado por bueyes de más de 1.500 kilogramos o varios oficios que a día de hoy casi nadie ejerce.

Uno de los puestos más visitados durante el fin de semana fue el del “ferrador”, especialista que se dedicaba a elaborar casi a mano las herraduras para los caballos. Manuel Patiño es un vecino de Poio que comenzó a trabajar el hierro a la edad de 17 años al ver como los antiguos “ferradores” iban desapareciendo y se quedaba sin opciones para recurrir a ellas.

“Tenía caballos y quería herrarlos, así que me decidí a aprender este oficio, pero a día de hoy, con todas las máquinas que hay, es muy difícil que la gente opte por elaborar las herraduras a la antigua usanza”, explica.

Preparar una herradura a base de fuelles y martillo, como se hacía antiguamente, puede llevar unos tres cuartos de hora, algo que pudieron comprobar los pequeños que se acercaron al taller, a los que “les impresiona ver funcionar el fuelle o ver el hierro al rojo vivo, pero verlo es una cosa y que den el paso para continuar con esta tradición es otra; la verdad es que relevo no viene y habiendo máquinas como hay ahora, es difícil que pueda llegar a haberlo”.

Otro de los artesanos que acudió a Baión fue el de “aguardenteiro”, que se esmeraba en la destilación. El vecino de la parroquia Faustino Rivas, que se rodeó de alambiques, explica que comenzó a elaborar aguardientes “hace unas dos décadas; no había nadie en mi familia relacionado con este oficio, pero quería ser yo mismo el que elaborase mi propio licor y aquí estoy”. Reconoce que la clave para contar con un buen aguardiente es “tener un buen ‘bagullo’ y hacerlo lentamente, con mucha paciencia”.

En cuanto al relevo generacional, Rivas apunta que “no existe, pienso que este tipo de oficios se van a acabar o quedarán así para muestras como esta, porque los chavales no se interesan por ellos”.

Además en Baión se instalaron cesteiros, zoqueiros, encajes y alfareros entre otros. A ellos hay que sumar los talleres de alfarería o larpeirada tradicional, en el que acabaron participando un total de 80 niños. El evento ha sido organizado por la asociación cultural O Castro.