El efecto corrosivo del agua salada es uno de los grandes enemigos que tiene el puente de A Illa, una de las infraestructuras más espectaculares de Galicia. Esos efectos se han cebado sobre los neoprenos, una especie de gomas que se instalan sobre las vigas y que soportan el peso de la estructura viaria, evitando la fricción entre el hormigón del pilar y el del tablero. Un buen número de estos neoprenos se encontraban seriamente deteriorados tanto por la fricción como por los efectos que el agua salada acaba provocando sobre ese tipo de materiales.
Esta situación ha sido detectada por los técnicos de Infraestruturas en una de las revisiones periódicas que realizan al puente, por lo que han puesto en marcha una actuación tendente a sustituir todos los neoprenos que se encuentren dañados. La estructura que une A Illa de Arousa con el continente no corría ningún tipo de riesgo, y menos con la actuación que se puso en marcha esta semana y que está previsto que tenga una duración aproximada de quince días.
Infraestruturas detectó el deterioro de algunos de estos elementos y ha optado por sustituirlos
Para acometer las obras, la empresa adjudicataria ha instalado un andamio lateral que se va moviendo hacia las pilas que necesitan ser cambiadas. En ellas, se usa un gato hidráulico que permite retirar los restos del neopreno dañado y sustituirlos por el nuevo. Estos neoprenos tienen algo más de una década, ya que se instalaron cuando el puente de A Illa fue sometido a una importante remodelación hace poco más de una década, momento en el que, entre otras actuaciones, se renovaron los neoprenos de todos los pilares que conforman esta estructura de tablero continuo de 1.995 metros de longitud.
Las obras están tratando de provocar el menor impacto posible en la circulación en el puente. Salvo pequeños cortes puntuales, el tráfico no se ha visto resentido. Tan solo los usuarios del carrilbici del margen derecho (dirección Vilanova) ven interrumpido su paso para acceder al continente, aunque la mayor parte de los usuarios está utilizando el lado contrario para caminar o salir en bicicleta. Las obras está previsto que puedan rematarse la próxima semana, retirando todos los neoprenos que se encuentran dañados y sustituyéndolos por unos nuevos. El coste de la obra entra dentro de las partidas que la Consllería de Infraestruturas, dirigida por Ethel Vázquez, emplea para el mantenimiento de viales autonómicos.
Desde la remodelación integral a la que se sometió el puente de A Illa también se ha actuado en las juntas de dilatación, elementos que acostumbran a provocar problemas en la circulación.
La construcción que se gestó en un día de tormenta
Finalizado en septiembre de 1985, pocas infraestructuras han cambiado tanto un pueblo como el puente. Su construcción no resultó sencilla, tal y como reconoció el ministro de Obras Públicas que dio luz verde a la construcción del mismo, Jesús Sancho Rof, durante los actos de celebración del 25 aniversario. En aquella intervención Sancho Rof recordó la implicación de José Antonio Gago Lorenzo en acabar con la situación de incomunicación que tenía A Illa, y para convencerle de invertir los 1.500 millones de pesetas que costaba la obra, lo llevó desde Vilagarcía en barco en medio de un temporal. Aquello convenció al ministro y uno de sus sucesores en el cargo, Luis Ortiz, colocaba la primera piedra del mismo el 2 de octubre de 1982.