Solo hizo falta excavar un par de horas para hallar restos que podrían ser relevantes. En el sondeo situado al sur del islote, los técnicos encontraron decenas de piezas de cerámica enterradas a poco más de 20 centímetros. En el de la parte central de la isla, dos mujeres jóvenes retiraban con esmero y minuciosidad la tierra que rodeaba una hilera de cuatro piedras, que tanto podría ser una alineación natural como la cimentación de un primitivo muro.
En el islote de San Sadurniño (Cambados) no se llevó a cabo una excavación arqueológica desde mediados del siglo XIX, de modo que ni los arqueólogos saben muy bien qué van a encontrar durante estas dos semanas de trabajo. “Este islote tiene muchísimo potencial”, afirma Ezequiel Lago Mallo, director de la excavación, que llevan a cabo media docena de técnicos de la empresa Tempos Arqueólogos. “Es un lugar que ha podido estar ocupado desde bastante antes de Cristo y hasta el siglo XVIII”, de ahí que sean muchas las evidencias que actualmente pueden permanecer ocultas bajo el manto de tierra y hierba seca de esta diminuta isla de Cambados.
El Ayuntamiento ha contratado una excavación arqueológica, pues en la Dirección Xeral de Patrimonio no consta que se haya realizado ninguna hasta la fecha. El objetivo de la investigación es conocer mejor el pasado de San Sadurniño (o isla de A Figueira), donde se supone que está el lugar habitado más antiguo de lo que hoy es el casco urbano de Cambados. Los trabajos empezaron ayer, y se prolongarán como mínimo hasta el viernes, 25 de junio, siempre y cuando no aparezca algún hallazgo tan importante que aconseje continuar.
Se van a abrir tres catas, todas ellas de 6,25 metros cuadrados. Una se encuentra en las inmediaciones de la torre, donde se supone que podría quedar algún resto de la capilla medieval; la segunda se sitúa en la parte media del islote, y se escogió esa localización porque el terreno forma allí una elevación sospechosa. “Podría ser natural, provocada por la roca madre, o deberse a que debajo hay restos de construcciones”, añade Ezequiel Lago, un arqueólogo natural de Ribeira.
Precisamente, es en este sondeo donde dos mujeres trabajaban ayer con tijeras de podar, el cepillo de una escoba y espátulas, retirando con delicadeza las capas de tierra que rodeaban un pequeño agrupamiento de piedras. ¿Es un capricho de la naturaleza o lo que quedó de un antiguo muro? “En un par de días podríamos saberlo”, prosigue el director de la intervención.
La tercera cata se localiza en la parte más meridional de la isla. Se escogió esa ubicación porque en un talud próximo apareció una gran cantidad de conchas, y eso hizo sospechar que en la zona podría haber un “cuncheiro”. “Los ‘cuncheiros’ eran los basureros de la época. Son lugares que nos pueden aportar mucha información”, prosigue Lago. Allí, los técnicos se empleaban a fondo con azadas y palas. Cada pocos minutos, apartaban a un lado del cuadrado de tierra húmeda un fragmento de cerámica.
“Es un trabajo que puede llegar a ser duro”, admite el director de la intervención. Los técnicos trabajan a la intemperie, pasan mucho tiempo encogidos y con herramientas pesadas. El calor ayer era intenso, aunque por fortuna refrescaba algo el ambiente la brisa marina.
La capilla
Para el concejal de Patrimonio, Xurxo Charlín, sería fantástico localizar restos de la antigua capilla. Ezequiel Lago sostiene que, en efecto, sería muy importante encontrar esas evidencias. De todos modos, el arqueólogo afirma que hay muchos aspectos interesados por descubrir. Por ejemplo, le gustaría confirmar que en torno al siglo XVII fue un lugar habitado por la gente más desfavorecida de Cambados, pues los demás se habían establecido en tierra firme. Desde el punto de vista histórico es deseable encontrar también evidencias de la ocupación “castrexa” y de como les afectó la llegada de los romanos.
