Vertidos de aguas residuales a los ríos y el mar, dependencia excesiva del coche, monocultivos de albariño y eucalipto, compostaje insuficiente... Quienes viven y visitan O Salnés elogian su paisaje y la calidad de sus alimentos, pero debajo de la alfombra hay importantes problemas medioambientales. “Uno de los más acuciantes es la contaminación del agua por el mal estado y el deficiente dimensionamento de nuestros sistemas de depuración”, afirma Marta Lois, presidenta del Colectivo Ecoloxista do Salnés.
Hoy se celebra el Día Internacional del Medio Ambiente, y para los especialistas consultados por FARO, en la comarca arousana hay mucho por hacer. Y uno de los deberes pendientes es mejorar la calidad de las aguas.
Agresiones al Umia
El río Umia no solo recibe agresiones en forma de vertidos -son habituales los procedentes del polígono industrial de Sete Pías-, sino también que llegan a su cauce millones de minúsculas partículas de los abonos, fertilizantes o fitosanitarios empleados en la agricultura.
Por si esa combinación de ingredientes no bastase, el bosque de ribera prácticamente ha desaparecido, por lo que faltan árboles capaces de absorber parte de esa contaminación que termina en el mar. “La contaminación del agua está afectando a dos de las principales bazas económicas de O Salnés, como son la pesca y el marisqueo, y el turismo”, recuerda Marta Lois. “A veces se dice que las soluciones ecológicas son caras. Pero a la larga no solucionar los problemas resulta siempre mucho más caro”.
“La contaminación del agua está afectando a dos de las principales bazas económicas de O Salnés, como son la pesca y el marisqueo, y el turismo”
"Quizás esté compostando la mitad de la población de A Illa, y aún así creo que nos queda mucho por hacer”.
Gabrielle Frein von Hundelshausen, concejala de Medio Ambiente de A Illa, y con formación en Educación Ambiental, plantea igualmente que, “es muy importante mejorar el saneamiento de la ría”. También demanda mayores grados de protección para los espacios naturales protegidos, y está convencida de que O Salnés debe reducir drásticamente los niveles de residuos orgánicos que se envían a Sogama a quemar. Tanto es así que ni siquiera la satisfacen del todo los excelentes datos de compostaje de su municipio. “En A Illa hay unas 420 casas que están compostando actualmente. Quizás lo esté haciendo la mitad de la población, y aún así creo que nos queda mucho por hacer”.
Francisco Meis, que es técnico de Medio Ambiente en el Concello de O Grove, también es un firme defensor del compostaje. “Modelos como el de Sogama nos plantean un problema medioambiental, puesto que dejan una gran huella de carbono. El residuo que se gestiona en el mismo lugar donde se produce es el que menos huella deja, por eso lo ideal es compostarlo”.
“Estamos viviendo en un mundo donde las calles están copadas por los vehículos, hay que dedicar los pueblos y las ciudades a los peatones"
Coches y árboles
Gabrielle Frein von Hundelshausen recuerda que el calentamiento de la atmósfera es un problema planetario, “pero contra el que tenemos que luchar todos, también en clave local”. Sobre esto, la concejala de A Illa está convencida de que es urgente mejorar el transporte público en O Salnés, para no depender tanto de los desplazamientos en coches particulares.
Francisco Meis también es partidario de, “dedicar los pueblos y las ciudades a los peatones”. “Estamos viviendo en un mundo donde las calles están copadas por los vehículos”. Por ello, cree que hay que, “repensar” las ciudades, con más aparcamientos disuasorios, áreas peatonales y zonas para desplazarse en bicicleta.
Marta Lois, por su parte, hace mucho hincapié en la importancia de preservar las masas forestales. “En O Salnés sufrimos un importante deterioro de la biodiversidad”, que atribuye a la falta de bosques con especies autóctonas. “Todo nuestro monte está vinculado a las empresas madereras y de fabricación de papel. Eso propicia que haya incendios más graves y el agotamiento de los manantiales”.
Para la presidenta del Colectivo Ecoloxista do Salnés, “los árboles son el arma biológica que tenemos contra el cambio climático”, ya que son vitales para absorber y retener el dióxido de carbono que está convirtiendo la atmósfera en un invernadero. Sin embargo, se está haciendo lo contrario. “Las plantaciones de albariño llegan a la orilla de los ríos y hasta del mar. Y hemos arrasado los bosques de ribera para hacer sendas fluviales por todas partes, como si todos los ríos tuviesen que ser jardines para pasear”.
