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Meis rescata decenas de fuentes, lavaderos y cruceiros de la maleza y del olvido

Desde la izquierda, Daría Chantrero, Julia Pérez y Marina Reboredo, ayer en el lavadero de Fofán (Meis). | // NOÉ PARGA

Daría Chantrero Gómez, de 76 años, y María Julia Pérez Vázquez, de 90, son una enciclopedia viva sobre como era la vida en el rural gallego durante el siglo pasado. Viven en Fofán, una pequeña aldea de Meis situada a medio camino de Armenteira y Cobas, y cuentan que la vida de hoy se parece muy poco a la de los difíciles años de la posguerra. Julia Pérez, por ejemplo, recuerda cuando su hermano sufrió un episodio de apendicitis, y cuatro hombres tuvieron que llevarlo a pie hasta Armenteira por caminos de tierra, para desde allí trasladarlo en autobús o taxi a Pontevedra. Los vecinos del enfermo no tenían una camilla, pero encontraron algo que podía cumplir la misma función. “Lo llevaron sobre una escalera”.

El anterior gobierno de Meis contrató la realización de un inventario de los elementos patrimoniales existentes en el término municipal, pero el trabajo que entregó la empresa quedó muy cojo. De hecho, recoge poco más de 70 fichas de construcciones, cuando esa cifra ya se alcanza solo en la parroquia de Armenteira. Viendo esto, el concejal de Contas, Persoal e Patrimonio, José Ramón Juviño, decidió encargar un registro serio. Y le encomendó la tarea a la trabajadora municipal Marina Reboredo. Esta empezó a recorrer palmo a palmo el municipio en enero pasado, y hace apenas unos días terminó el trabajo de investigación de campo.

Un operario municipal trabaja en la restauración de la fuente de Señoráns (Paradela). | // NOÉ PARGA

Durante semanas, encontró, fotografió y localizó mediante coordenadas decenas de fuentes, cruceiros, lavaderos, molinos de río, “atrancos” y hórreos. Elementos del patrimonio popular que a menudo permanecían ocultos bajo la maleza o habían sido prácticamente olvidados por los vecinos.

Gracias a este proyecto, por ejemplo, se podrán incorporar al inventario municipal de Meis desde el Cruceiro Romano situado en un apartado paraje de las faldas del monte Castrove, hasta una pequeña fuente situada al fondo de un sendero que bordea una “carballeira” en Nogueiró de Abaixo (San Tomé), pasando por un par de lavaderos que hay en el valle de Cabeza de Boi (Armenteira), cubiertos de vegetación y de los que apenas quedan en pie unos muros. En Balboa (lugar que también pertenece a la parroquia de Armenteira), un hombre de edad avanzada dio la pista para hallar los restos de otros dos antiguos lavaderos.

“El patrimonio popular es lo que heredamos de nuestros antepasados, forma parte de nuestra cultura”

José Ramón Juviño - Concejal de Patrimonio de Meis

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El objetivo es ir recuperando cada año una o dos piezas, según la disponibilidad presupuestaria y de personal que tenga el Ayuntamiento. Ya se acondicionó el entorno del lavadero de Fofán, y estos días se está haciendo lo mismo en la conocida como fuente de Señoráns, un antiguo manantial situado en la parroquia de Paradela.

“Todo lo que tenemos llegó a nosotros gracias a nuestros antepasados”, sostiene Juviño. “El patrimonio popular es lo que heredamos de ellos, forma parte de nuestra cultura”. Pero la realidad es que, “gran parte de ese patrimonio está abandonado, y olvidado”. Por ello, tras la actual fase de inventariado, llegarán otras para poner en valor todo este legado, por ejemplo mediante la creación de rutas verdes, para hacer a pie o en bicicleta.

Fuente de Nogueiró de Abaixo, en San Tomé

Pero este trabajo tiene un importante interés etnográfico, pues también permite recopilar vivencias y costumbres vinculadas a este tipo de construcciones, y que desaparecerán con la muerte de las personas nacidas durante la primera mitad del siglo pasado. Es ahí donde cobran importancia las palabras de personas como Daría Chantrero o Julia Pérez.

Los tesoros de Fofán

Los lavaderos son uno de los elementos patrimoniales más abundantes en el campo gallego. Y pese a que hace décadas que quedaron obsoletos en su función original, a mediados del siglo pasado fueron un “invento” casi revolucionario, como recuerda Daría Chantrero.

Ella recuerda que, de niña, no existía ninguna construcción, y que los vecinos acudían a lavar a un remanso del río que baja por Fofán. “Había una fuente con dos caños, y la gente lavaba en la poza, contra dos piedras, así que solo podían lavar dos personas al mismo tiempo”.

En 1957 se levantó el actual lavadero, y Daría Chantrero todavía recuerda, “como iban los carros a buscar la piedra a Gondes”, un lugar próximo donde había entonces una cantera. El lavadero lo construyeron los propios vecinos.

Fue, durante décadas, un espacio de reunión social. No había agua canalizada, de modo que los vecinos acudían con calderos y baldes para recogerla de la fuente. Luego subían cargados por un estrecho sendero, como recuerda Julia Pérez. Un agua que también saciaba la sed de los romeros de la zona de Cambados cuando se dirigían a pie hacia Armenteira el día de la fiesta de As Cabezas.

El lavadero fue durante muchos años para los niños de Fofán su "piscina" de verano

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En verano, los niños utilizaban el pilón a modo de piscina, y los vecinos se turnaban cada semana para limpiar el lavadero. En las fincas se veía la ropa extendida, “a clarear”.

Con la popularización de las lavadoras y del agua de la traída, la construcción quedó abandonada, prácticamente oculta por la vegetación. Hasta que el Ayuntamiento llevó a cabo una limpieza del entorno. “Que ya no se use el lavadero no quiere decir que haya perdido su importancia cultural”, afirma Marina Reboredo.

Sin salir de Fofán, en esta aldea se conservan dos antiguos cruceiros, aunque ambos sin la cruz posterior. Uno de ellos se encuentra entre las casas, y fue en el pasado el centro neurálgico de la vida social del lugar. Daría Chantrero explica que, “la gente se sentaba en los escalones (ahora perdidos) a hablar, y los niños jugábamos por allí”. El entorno era muy distinto al actual, pues había una “carballeira”, hoy también desaparecida.

“Que ya no se use el lavadero no quiere decir que haya perdido su importancia cultural"

Marina Reboredo - Técnico encargada del inventario

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A las afueras de la aldea, en dirección al monte, se encuentra el llamado Cruceiro da Raíña. “Los del lugar de Gondes venían por ese camino para enterrar a sus difuntos en Armenteira”, añade la vecina de Fofán. Recuerdos de una sociedad que ya no existe, pero que ha dejado cientos de huellas de su paso por el mundo. Esas huellas hechas en piedra son lo que Meis pretende rescatar de la maleza y del olvido.

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