Los alumnos del curso Labora Xove 20 completarán este año su formación con charlas a cargo de destacados profesionales de la rama de las respectivas especialidades en curso. Hoy le toca el turno al alumnado del módulo de socorrismo acuático y gobierno de embarcaciones de salvamento. Por ello recibirán la visita de Rubén Lijó Santos, rescatador del helicóptero Pesca 1. Un Lijó Santos que cuenta con una extensa trayectoria profesional como rescatador de los helicóptero Pesca 1 y Pesca 2 del servicio de Guardacostas de Galicia.
–Lo suyo ya es una larga trayectoria de dedicación a la seguridad en los mares. ¿Cómo empezó todo?
–Empecé en la Cruz Roja de voluntario con 18 años a bordo de la lancha Langosteira en Riveira. Poco a poco fui abriendo puertas a base de hacer cursos y formarme. Empecé como voluntario en Protección Civil y luego seguí como asalariado. Eso me facilitó hacer toda la formación necesaria para ser rescatador en mar. Algo que para mí es vocacional. Siempre me gustó poder ayudar y lo llevo haciendo desde muy joven. Además, sigo siendo voluntario de Protección Civil y Cruz Roja y desde hace un tiempo puse en marcha el proyecto Pegasus, que es una iniciativa basada en la solidaridad.
Trabajamos en amplitud de escenas para que cuando llegue la misión real sea lo más fácil posible
–Hoy, como muchas otras veces, le tocará ejercer de formador. ¿Cuáles son las pautas que marcarán su charla?
–Trataré sobre la importancia de tener un procedimiento en los servicios de rescate tanto aéreos como marítimos. Para ello tiene que haber una formación para que luego a la hora de aplicarlo todo se ejecute de la manera más precisa. Cuanto más preparación haya mejor porque la eficacia es una máxima cuando hay vidas en juego. Para ello la única forma es entrenar mucho. Somos rescatadores, pero formamos parte de un equipo que trabajamos en conjunto con otros cuerpos y todos somos importantes como parte del operativo. El objetivo a cumplir es rescatar sin importar quien lo haga.
–Gran parte de ese entrenamiento al que se refiere se entiende que son los simulacros.
–Es una parte importante y es lo que nos lleva a estar preparados para escenarios muy variados. Con pesqueros, mercantes, en acantilados, ya sea con embarcaciones pequeñas o grandes. Trabajamos en amplitud de escenas para que cuando llegue la misión real sea lo más fácil posible. Esta claro que siempre hay una incertidumbre porque no sabes lo que te vas a encontrar en el lugar y todo puede condicionar el rescate.
–Es decir, que una buena condición física es la base de todo.
–Tienes que intentar no lesionarte y estar en un estado de forma óptimo. Necesitamos nadar mucho, primero porque somos gente que necesita trabajar con seguridad en el mar. El gimnasio, también es importante, pero nadar y estar en continuo contacto con el mar es básico. El estar bien en el agua y sentirte cómodo en situaciones de estrés es una parte fundamental del éxito de cualquier rescate, así como aprender de los errores.
Esta claro que siempre hay una incertidumbre porque no sabes lo que te vas a encontrar en el lugar y todo puede condicionar el rescate
–¿Los mares son ahora más seguros que antes?
–Rotundamente sí. La información, la prevención, las tripulaciones... Todo ahora está mejor preparado y las predicciones meteorológicas que hay son muy exactas. Se pueden evitar temporales por planificación y eso es capital.
–¿Cuáles son los escenarios en los que siente con más intensidad la crudeza de su profesión?
–Los naufragios son lo que más te marca. Son las situaciones que más estrés producen. Normalmente se producen en condiciones muy adversas y en un escenario que se aproxima a lo que se podría llamar una tormenta perfecta.
–Ante tanta exigencia física se entiende que la vida laboral de un rescatador está condicionada.
–La mayoría de los rescatadores somos operadores de grúa. Ojalá lo fuésemos todos porque garantiza la longevidad laboral al poder hacer el trabajo desde el helicóptero.
