La “impecablemente blanca, delgada, angulosa y elegante” garceta real, cuyo tamaño se acerca mucho al de la garza real, vuelve a ser protagonista en el Complejo Intermareal Umia-O Grove.

Y es una grata noticia, teniendo en cuenta que se trata de una especie seriamente amenazada que sufrió como pocas los daños colaterales de la moda parisina, ya que en la segunda mitad del XIX propició el comercio de sus plumas nupciales a gran escala para usarlas en la confección de sombreros y otros ornamentos.

Provista de un fuerte pico de color amarillo –salvo en época reproductora, cuando es oscuro–, esta ave se convierte cada invierno en una de las visitantes más esperadas de la Reserva Ornitológica O Grove. Un espacio privilegiado al que suelen llegar entre uno y tres ejemplares que se dejan ver cerca de las garzas reales y espátulas, estas dos últimas especies también abundantes este año en zonas como O Saco de Fefiñáns (Cambados).

Observación de aves en la ensenada de O Grove; elemento esencial del Complejo Intermareal. M.M.

En la concejalía de Medio Ambiente de O Grove detallan que la garceta grande es “un ave invernante en España que hasta hace unos años era una ‘rara’ y actualmente resulta ‘escasa’, aunque cada vez son más los ejemplares que recibimos procedentes de Europa, sobre todo en la cuenca mediterránea”.

De patas largas y amarillas, con pies oscuros, esta “dama blanca” de cuello “extremadamente largo, delgado y doblado” se alimenta de peces, insectos acuáticos y otros pequeños animales.

Garcetas y gaviotas en la ría. Iñaki Abella

En ello abunda el Proyecto de Inversión Ornitológica (PIO) del municipio meco cuando, en su afán por divulgar su riqueza natural, explica que la garceta grande “es una especie colonial que cría con otras ardeidas en grandes lagos someros, pantanosos, con carrizos y alguna vegetación arbórea, donde ubican una plataforma poco profunda, ya sea en árboles, arbustos o en la vegetación palustre”.