En 2020 se celebraron una pequeña parte de las Primeras Comuniones y Confirmaciones previstas al inicio de ese curso. Las familias que se atrevieron a festejar el día pusieron entre agosto y septiembre el broche a varios meses de dudas, preocupaciones, miedos y semanas intensivas de catequesis con las que compensar los meses perdidos durante el confinamiento de primavera. Muchas otras familias decidieron que no valía la pena celebrar una fiesta tan esperada en unas condiciones tan espartanas, y lo pospusieron para 2021... Pero la situación que se están encontrando este año no es mucho mejor.

“No podemos decirles nada a las familias porque estamos a la espera de lo que nos indique el Arzobispado, si se hacen o no las comuniones este año”, afirman en la parroquia de Santa Baia de Arealonga, en el centro de Vilagarcía. En esta, mandan material online para que los niños de Primera Comunión y los adolescentes que se preparan para la Confirmación trabajen en casa junto a sus padres. Pero solo se remite a los que prevén recibir el sacramento este año.

Como en la de Arealonga, hay más parroquias arousanas donde las familias reciben material de catequesis a través de internet o en documentos impresos, como son las de San Lourenzo, San Vicente, San Tomé o San Salvador, todas ellas de Meis; o la de San Vicente de O Grove. La intención de sacerdotes y familias en estas localidades es poder celebrar las comuniones hacia finales de mayo o junio, coincidiendo con el Corpus.

Tienen la esperanza de que para entonces el COVID haya remitido lo suficiente como para recuperar ciertos atisbos de la vieja normalidad, y poder disfrutar de nuevo de las espectaculares alfombras florales.

Eso sí, para que esta preparación en casa funcione, es imprescindible una colaboración activa por parte de los padres. No es casualidad que el lema de la Iglesia para este curso sea precisamente, “La catequesis comienza en casa”.

El párroco de San Vicente de O Grove, Juan Ventura, manifiesta que dentro de todo lo malo que ha traído la pandemia, el hecho de que las familias se vuelquen un poco más en la educación religiosa de sus vástagos en muy positivo. “Con este sistema, son los padres los que tienen que hacer la catequesis de sus hijos. Es muy bueno, porque al final están dándoles una educación en valores. Porque no sirve de nada que los sacerdotes y las catequistas hagan un trabajo precioso con los niños si después los padres no se implican un poco. Los niños son como esponjas, y si ven que a sus padres no les parece importante lo que hacen en catequesis, ellos tampoco se la darán”.

Los sacerdotes de las parroquias en las que se está haciendo catequesis se muestran muy contentos con el desarrollo de la misma. José Antonio Souto, encargado de cuatro parroquias de Meis, y arcipreste de Ribadumia, sostiene que, “la experiencia está saliendo muy bien”. “Los padres hacen de catequistas y los noto muy contentos”.

El primer domingo de cada mes, Souto hace a los niños una pequeña evaluación, y además les anima a seguir alguna misa por televisión, para que no se expongan al contagio en las celebraciones dominicales en la iglesia, a las que suele acudir más gente.

Juan Ventura Martínez también está satisfecho con la marcha del curso. Las familias trabajan en casa con el material telemático que elabora la delegación de catequesis de la Diócesis, y que está estructurado por edades, y en breve se reanudarán las misas oficiadas exclusivamente para los chicos.

Se estaban haciendo los viernes por la tarde (para evitar que acuda demasiada gente los domingos), y se suspendieron al inicio de las restricciones máximas. Ahora van a retomarse. En San Vicente quieren hacer las comuniones a finales de mayo, cuando se celebra el Corpus en esta parroquia grovense.

Las familias confían en que para entonces la pandemia ya esté en retroceso, y pueda celebrarse la fecha sin las draconianas medidas de 2020, cuando únicamente pudieron acceder al templo cuatro personas por niño. Fuera, les esperaban abuelos, tíos, hermanos... Un mal trago que en las parroquias sueñan con evitar este año.

En otras parroquias, sin embargo, no han llegado a comenzar con la catequesis. Es el caso de las de Ribadumia, Leiro, Trabanca Badiña, Temoedo, San Miguel de Deiro o A Illa. En Ribadumia y Leiro, el curso empezó y se celebraron las primeras jornadas de catequesis, pero enseguida llegaron las restricciones por la pandemia y se suspendió la actividad con los niños.

David Álvarez, cura responsable de Tremoedo, San Miguel y A Illa cuenta a su vez que, “al principio, postergamos el inicio del curso esperando que mejorase la situación sanitaria”.

Pero sucedió todo lo contrario, y la pandemia fue a peor. “Después ya no fuimos capaces de arrancar. Muchas de nuestras catequistas son personas mayores y los locales que tenemos no son adecuados”, por tamaño o ventilación. Por ello, han suspendido temporalmente el curso. De todos modos, el cura explica que entre las tres parroquias, solo acudió a él una familia para manifestarle que quieren hacerle la Comunión a su hijo este año. La madre fue catequista, y lo está preparando ella misma. Las demás familias no lo ven claro. Pasó un año, pero las dudas no se disiparon.

Un sacramento y un acto social que mueve mucho dinero

Que se celebren o no las primeras comuniones no es algo que incumba únicamente a las familias cuyos hijos van a hacer el sacramento o a la comunidad de fieles de una parroquia. Y es que además de una celebración religiosa, las comuniones se han convertido en España en eventos sociales alrededor de los cuales se mueve muchísimo dinero. En Andalucía, la Unión de Consumidores publicó tras la primera ola de la pandemia un informe en el que se indicaba que una comunión genera un gasto familiar de entre 1.500 y 5.800 euros. Así, por ejemplo, el vestido de ceremonia del niño puede costar entre 200 y 600 euros, a lo que hay que añadir la adquisición de ropa para los padres. El banquete también genera un gasto importante, puesto que por término medio el menú de un comensal adulto en un restaurante de O Salnés cuesta entre 60 y 85 euros. A partir de ahí, el límite solo lo pone la cartera de cada familia: hay la posibilidad de alquilar estructuras hinchables, contratar monitores especializados para los chavales, imprimir tarjetas de invitación personalizadas o encargar un buen reportaje fotográfico... Por ello, son muchos los negocios que están muy pendientes del COVID, pues tienen en este tipo de celebraciones uno de sus pilares de facturación anual.