José Fernández Lago | Deán de la Catedral de Santiago de Compostela

“La sociedad, cuando se ve autosuficiente, deja a Dios a un lado y debe recapacitar”

José Fernández Lago oficia una misa en la iglesia de Carril.  | // I. ABELLA

José Fernández Lago oficia una misa en la iglesia de Carril. | // I. ABELLA / Diego Doval

Diego Doval

Vilagarcía

José Fernández Lago ha sido elegido nuevo Deán de la Catedral de Santiago por los próximos cuatro años. Natural de Carril, el Cabildo catedralicio le ha elegido por unas capacidades de las que él mismo destaca su tono conciliador y capacidad para alcanzar consensos. En él recaerá la responsabilidad de velar porque la Catedral siga siendo el referente mundial para todos los cristianos.

–Acaba de ser nombrado nuevo Deán de la catedral de Santiago. ¿Qué supone para usted?

–Supone mucha más implicación en la vida de la catedral, aunque en estos momentos no hay mucha afluencia de peregrinos. Sigo siendo capellán de San Pelayo, pero estaré todos los días en la catedral por la mañana y más a medida que vaya aumentando el número de peregrinos. Cinco canónigos y yo somos los que damos la misa del peregrino. La de sábados y domingos a las 18.00 horas la seguiré oficiando yo.

–¿Cuáles son las responsabilidades inherentes a su nuevo cargo?

–No va a cambiar mi rutina. Cualquier canónigo tiene que acoger y quien venga a la catedral que se encuentre como en casa. Debemos reconocer el esfuerzo que hacen por llegar a pie y valorar la riqueza de percibir aspectos de la naturaleza del Camino. Nos cuentan su día a día y todo lo que aprenden a apreciar con la experiencia, la relación con los otros peregrinos a lo largo del Camino o en los albergues... Toda esa gente tiene una experiencia que transmitir. En todos los sentidos, es algo fuera de serie. Uno mismo se vuelve más sensible a todo lo que percibe. Nuestra sociedad es menos civilizada que todo lo que nos encontramos en el Camino.

Soy de los que trata de unir y acoger y por mucho que sepa de una cosa, no soy el que más sabe

José Fernández Lago

— Deán de la Catedral de Santiago de Compostela

–Sin ánimo de frivolizar, pero se entiende que será además el máximo responsable de guardar los bienes de la Catedral. En este sentido, el episodio del Códice Calixtino tuvo que ser una catarsis en el Cabildo catedralicio.

–Soy el primero entre iguales. En la catedral hay diversas secciones. Está la Fundación Catedral que tiene una entidad muy grande en sí misma con Daniel Lorenzo Santos como presidente. Hay comisión de peregrinaciones, o la comisión de liturgia. Cada sección tiene una preocupación y el deán tiene que coordinar cualquier cosa que surja porque el Cabildo no se puede reunir todos los días.

Respecto al Códice, todos sufrimos por saber que se había perdido un ejemplar de aquella categoría. Nadie sabía donde estaría porque nunca había sucedido una cosa así. Sucedió, que aquel electricista de entonces, Manolo, contaba con que el Deán lo hiciese trabajador fijo de la catedral, no lo hizo y quiso fastidiar al Deán que era el archivero de la Catedral. El electricista andaba siempre con carteras, herramientas... Pasó que al cabo de un año apareció el Códice en un garaje, pero ahora hay mucha más seguridad. Se aprendió mucho de aquello.

–¿Y cuáles cree que han podido ser las razones para ser elegido por sus compañeros del Cabildo?

–Como digo siempre, soy hijo de mi padre que era muy pacífico. Soy de los que trata de unir y acoger y por mucho que sepa de una cosa, no soy el que más sabe. Dirían ellos que soy un hombre acogedor y que trataré de transmitir lo mejor que pueda las cosas. Tengo una ventaja en este campo que es mi conocimiento de la Biblia. Cuando uno tiene una celebración eucarística es fundamental la homilía. La predicación sencilla hay que prepararla y al haber estudiado la Biblia tenemos una cierta ventaja y es algo importante porque la sociedad cuando se ve autosuficiente deja a Dios a un lado y se debe recapacitar.

José Fernández colabora muy activamente con la sociedad carrilexa.

José Fernández colabora muy activamente con la sociedad carrilexa. / Iñaki Abella

“Si no hubiera pandemia podríamos tener 600 u 800 peregrinos diarios, pero ahora llegan solo tres o cuatro”

–Ha sido usted nombrado Deán en año Xacobeo, pero con el menor flujo de peregrinos que se recuerda.

–Y se nota muchísimo. Viendo lo que estaba aconteciendo estos años pasados, si no hubiera pandemia, podríamos pensar en un año de 600 u 800 peregrinos diarios, pero la realidad es que ahora llegan 3, 4 o 6 diarios. Si están perimetrados los pueblos no se puede hacer mucho. Por el Camino tampoco están abiertos los albergues y la verdad que la pandemia juega en contra de cualquier tipo de actividad y de la socialización.

–El poder del Camino de Santiago se ha convertido en un atractivo en muchos aspectos. Son muchos los intereses creados a su alrededor. ¿Teme que se pierda la esencia?

–Eso siempre ha existido. Siempre hubo muchos intereses alrededor del Camino. Es algo que también pasó incluso en otros lugares con la aparición de la Virgen. Siempre ha habido gente que trata de aprovecharse de la circunstancia en función de su propio interés. Lo único que se puede hacer contra eso es dar importancia a aquellas personas que sean altruistas y buscan la fe. Esa es la esencia del Camino.

Me chiflan los avances de la ciencia, pero es un error el creer que el poder de la ciencia es ilimitado en el sentido de que la persona puede llegar a todo y desplazar a Dios de su sitio

José Fernández Lago

— Deán de la Catedral de Santiago

–¿Considera que la fe se ha convertido en una herramienta a la que muchos han acudido a tenor de la situación?

–Creo que el ser humano iba a más en autosuficiencia. El hombre occidental parecía que se bastaría para todo, sin ayuda. Y claro, al invadirnos la pandemia, no sé quien podrá sentirse seguro ahora mismo. Ni quedándose en casa se puede garantizar nada. Al no haber esa seguridad en la persona la fe ayuda siempre. Soy muy amigo del estudio científico. Me chiflan los avances de la ciencia, pero es un error el creer que el poder de la ciencia es ilimitado en el sentido de que la persona puede llegar a todo y desplazar a Dios de su sitio. Cuando el hombre tiene en cuenta lo que Dios va indicando todo es mucho mejor. Tenemos que encontrar luz en la palabra de Dios.

“Pepiño siempre estará en Carril para lo que sea”

– En tiempos de cambio como los actuales, ¿cómo está la salud de la religión cristiana?

– Creo que la salud de la religión cristiana se encuentra con la dificultad del confort con el que cuenta mucha gente. Desde luego, el modo de transmitirla es que los cristianos seamos personas que miremos hacia los demás. Cuando Jesucristo dice ‘tuve hambre y me disteis de comer’ o ‘tuve sed y me dísteis de beber’ es él el que se identifica con los más necesitados. Está diciendo que el que quiera ser de verdad cristiano debe pensar en los más necesitados y no en ser egoísta. Depende de nosotros el dar ejemplo con nuestra fe. En eso siempre estamos en camino.

– Se refiere usted al presente, ¿pero la Iglesia como mira hacia el futuro?

– Dependerá mucho de las familias. Cuando la familia anda cada uno por su parte eso no conduce a buen camino. Influye también que tengan cierta cultura. Lo que sucede es la situación de algunos padres que consideran que tienen poco que transmitir y a veces se olvidan de mantener lo que sus padres le dieron a ellos. Desconectan de esa cadena y un padre no debe desconectar nunca a la hora de dar testimonio de su fe ante sus hijos. Igual que le muestra otras cosas, debe mostrarle también la fe. A lo largo de la historia ha habido grandes santos que han dejado lecciones de vida enormes. Hay que pensar en los más necesitados y ellos saben a quién acudir. El ejemplo es que en Cáritas siempre hay colas, pero no las hay en las sedes de los partidos políticos.

– Un carrilexo que mantiene contacto activo con su parroquia. ¿podrá seguir haciéndolo o el cargo le limitará sus posibilidades?

– Siempre he tenido mucha cercanía con mi parroquia y aquí siempre estará Pepiño para lo que sea y cuando voy a mi casa de Carril atiendo a todo el mundo y así seguirá siendo porque nunca hago distinciones.

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