“Al mal tiempo buena cara” dice el refrán del que muchos vilagarcianos se apropiaron ayer para hacer frente a todas las preocupaciones que trae aparejada la crisis sanitaria.
Por unas horas, dejaron de lado la crisis del coronavirus y se pusieron los trajes más coloridos para salir a la calle o al trabajo, y conmemorar así el día grande de las fiestas del entroido. Muchos echaron de menos el desfile de carrozas y máscaras que se agolpaban en las calles y sacaban a miles de personas para disfrutar de una jornada especial, en la que el colorido de los trajes alegraba el día e ilusionaba a grandes y mayores.
Así, en comercios y establecimientos de hostelería (solo abiertos para el servicio take away) atendían ayer trabajadores ataviados con los disfraces más coloridos y divertidos, contagiando alegría.
Eso sí, con la mascarilla de rigor para no dejar pasar al virus y sobre todo para garantizar a los clientes la entrada a sus establecimientos.
En la calle muchos niños salieron disfrazados, algunos de ellos en conjunto con sus familiares. Este año no hubo desfile de disfraces organizado por el Concello, pero muchos vilagarcianos salieron con los trajes, pelucas y máscaras de rigor correspondientes a un martes de carnaval.
Celebraciones más íntimas, como las que se vivieron en la escuela infantil municipal de A Lomba, donde los niños disfrutaron de una mañana de Entroido. Claro que las normas sanitarias les obligaron a permanecer en sus aulas burbuja, aunque vestidos de indios y de alegría.