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Viacrucis familiar tras el positivo de Xián

Viacrucis familiar tras el positivo de Xián

La convivencia con un positivo COVID en edad infantil se ha convertido en un auténtico ejercicio de paciencia, templanza y estoicidad. El foco localizado en el colegio de Carril ha obligado a muchas familias a adaptarse a unas circunstancias muy difíciles de sobrellevar para evitar que el virus afecte a más miembros de la unidad familiar.

De convertir la vivienda en una especie de búnker para evitar la difusión del virus saben mucho en Carril. Allí la familia numerosa Villar Herrera se enfrenta desde el pasado 2 de febrero a una situación que ha alterado hasta límites insospechados las rutinas.

El resultado esperado

Xián, de seis años y positivo en COVID, comparte casa con sus padres, Iván y Miriam, y sus hermanas Mara y Leia, de 8 y 2 años respectivamente. Desde que la PCR detectó la carga viral en el pequeño el confinamiento se ha hecho extensivo a sus convivientes, lo que ha dado lugar a una avalancha de inconvenientes que nada tienen que ver con la normalidad acostumbrada.

Viacrucis familiar tras el positivo de Xián

Alumno de 1º B en el colegio de Carril, a solo 100 metros de su casa, Xián Villar Herrera tuvo en una fiebre alta su primer síntoma. Era la noche del 31 de enero y todo llevó a pensar que el coronavirus ya era una amenaza real, más aún debido a que su aula es una de las más castigadas por la pandemia.

“Cuando el niño empezó a encontrarse mal, ya nos autoconfinamos"

Iván Villar - Padre de Xián, niño positivo en COVID 19

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“Cuando el niño empezó a encontrarse mal, ya nos autoconfinamos. Al día siguiente le hicieron la prueba y a las 48 horas nos confirmaron el positivo.

Yo incluso el lunes 1 de febrero me hice una PCR por el seguro privado, pero ya el miércoles nos hicimos la prueba los cuatro y todos dimos negativo”, apunta Iván Villar.

Los protocolos obligaban entonces a aislar al pequeño Xián hasta límites imposibles en un niño de 6 años.

“No se puede tenerle encerrado en su habitación usando su propio baño. Por eso, nos obligan a que una vez que Xián pase la cuarentena, nosotros cuatro tenemos que iniciar una nueva cuarentena, lo que supone prácticamente un mes sin salir de casa”, señala el padre.

Viacrucis familiar tras el positivo de Xián

La mascarilla FFP2 se ha convertido en un accesorio necesario las 24 horas, salvo para la pequeña Leia por razones evidentes. “Xián tiene que comer en la terraza y tratamos de tener siempre ventilada toda la casa con el tiempo que hace ahora en invierno.

Es todo muy complicado porque además tienes que tratar de que los niños entiendan la situación, pero es imposible”, añade Iván Villar.

Dificultades educativas en distintos niveles

Mara, la primogénita y también alumna del colegio de Carril, ha tenido que dejar de ir a clase al igual que su hermana pequeña, Leia, que también ha tenido que dejar de asistir a la guardería. Con toda su clase confinada, Xián recibe clases telemáticas impartidas por el colegio, pero no así su hermana mayor que solo realiza tareas que le mandan por el aula virtual, dado que su clase no está confinada.

Miriam Herrera, su madre, reconoce que “estar casi un mes sin poder ir a clase supone un problema muy grande para la niña en cuanto a poder seguir el ritmo de sus compañeros. Luego Xián recibe las clases, pero para un niño de seis años, le es muy complicado entender la situación y concentrarse en seguir las clases a través de una pantalla.

Además quiere jugar con sus hermanos y tenemos que tratar de evitar el contacto lo que podamos, pero es imposible. Eso le crea frustración y se hace muy difícil todo porque es mucha fatiga mental y física para todos”.

Además, los dos padres, profesor él y fisioterapeuta ella, han tenido que solicitar la baja laboral con el añadido de que el padre está operado hace escasas semanas de varices con la obligación médica de caminar tres horas diarias para su recuperación, algo imposible sin poder salir de casa.

Una complicada gestión de la situación que obliga a sobrellevar el paso de los días de la mejor manera a la espera de superar un confinamiento que muestra a las claras la convivencia con un positivo infantil en una unidad familiar.

Viacrucis familiar tras el positivo de Xián

Una situación escolar que obliga a un esfuerzo extra

La convivencia en un domicilio de niños de tan corta edad supone un auténtico reto para sus progenitores. Evitar la frustración y el agotamiento que en ellos genera el verse privados de la libertad, es algo de muy difícil gestión para los padres.

Reconoce Iván Villar que “es complicado por lo largo que se hace todo. Con Leia, tratamos de seguir los mismos horarios y tareas que seguía en la guardería, pero no es ni parecido.

Con Xián y con Mara buscamos dedicar un tiempo del día a las clases y a las tareas del colegio, pero los días sin poder salir de casa con tres niños pequeños se hacen muy difíciles de controlar”. Ni la televisión logra mitigar la irascibilidad de los niños en muchos momentos, “puedes conseguirlo, pero no todo el tiempo.

Un positivo que lo cambia todo

Los niños necesitan jugar y sociabilizar y se ven privados de todo de buenas a primeras y eso les frustra. Es lo normal”, apunta el padre. Por si fuera poco, Xián y Mara ya estuvieron confinados con anterioridad por haber estado en contacto con positivos en su colegio de Carril. “Aquello fue muchísimo más llevadero, pero tener un positivo en casa lo cambia todo de una manera muy difícil de gestionar”.

Viacrucis familiar tras el positivo de Xián

La pequeña Leia echa mucho de menos jugar con su hermano

Si un confinamiento tan prolongado se hace largo y complicado, con una niña de dos años en casa la situación se dificulta un poco más. Leia tiene además un apego especial por su hermano Xián.

El verse obligada, sin entenderlo, a no tener la misma interacción y contacto con él es emocionalmente más impactante para todos. El padre subraya que “es inevitable que no tengan algún contacto, pero te ves obligado a limitarlo.

Además, habíamos conseguido que Leia durmiese sola en la habitación con sus hermanos y ahora todo ha sido un paso atrás en ese sentido porque hemos tenido que redistribuir las camas. Luego será todo un volver a empezar”.

Sensibilidad a flor de piel

El ver como la pequeña se acerca a la puerta pidiendo salir a la calle es otra situación que afecta directamente a la sensibilidad de cualquiera. “No nos queda otra que enseñarle la calle desde la ventana. Sentir el aire en la cara es como un alivio para todos.

Sabemos que tenemos que pasar por esto y somos muy responsables con la situación que nos tocó vivir, pero se hace duro. Xián terminará su cuarentena pronto, pero nosotros no. Y eso también habrá que ver como lo gestionamos”, apunta Miriam.

Necesidad de estímulos para reducir la ansiedad de los niños

El apoyo y atención necesaria para realizar las tareas escolares implica un estrés añadido con el que la familia Villar-Herrera tiene que lidiar. El pequeño Xián ha tenido que hacer de la terraza su aula particular mientras su hermana Mara se ubica en otra habitación de la casa para poder mantener el distanciamiento recomendado. Los padres, Iván y Miriam, se reparten las funciones para ayudar a sus hijos a sobrellevar sus obligaciones con una situación que les cuesta digerir. A ello, hay que sumarle la formación online que sigue la madre, Miriam, para mejorar sus conocimientos en su labor profesional como fisioterapeuta. “Es muy difícil que los niños puedan rendir académicamente en estas circunstancias”, lamenta Iván Villar.

"Te pasas el día queriendo desinfectar todo lo que el niño toca, es un estrés"

Miriam Herrera - Madre de Xián

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“Te pasas el día queriendo desinfectar todo lo que el niño toca, es un estrés”

El agotamiento se acumula con el paso de las horas. Miriam Herrera apunta que “es como estar en un día de la marmota continuo. Te pasas el día queriendo desinfectar todo lo que el niño toca, es un estrés. Además tienes que tener cuidado con cada cosa que haces, porque el contacto es inevitable. Seguimos todo a rajatabla, pero con niños todo se hace más difícil. Y eso que Mara y Xián lo están haciendo muy bien, y se están portando todo lo mejor que pueden, pero con Leia, tan pequeña, todo se dificulta un poco más. Más aún cuando tenemos un espacio comunitario con piscina y jardín que los niños ahora ven que no pueden ni pisar”. Incluso, un hecho tan normal como la compra se complica. “Tenemos que comprar online y que nos lo dejen en la puerta. Son detalles que parece que no, pero hay que gestionar bien al ser tantos en casa”, concluye.

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