La calma vivida ayer, en medio de la tempestad que supone la sucesión de borrascas a la que está sometida Galicia, permitió a los grovenses disfrutar de un espacio tan emblemático como la playa de A Lanzada.
Algunos afortunados pasearon o hicieron deporte en la arena o el sendero de madera que recorre el istmo; y muchos de ellos se maravillaron con la puesta de sol desde el arenal.
Importantes floraciones de algas y yodo en alta mar
Como también pudieron observar de cerca el mar de espuma marina que el embravecido Atlántico formó sobre la orilla, dejando patente así la riqueza de nutrientes que encierra.
Se trata, cabe recordar, de un episodio totalmente natural que se produce cuando, como en este caso, existe una fuerte agitación del agua y ésta contiene altas concentraciones de materia orgánica disuelta, propiciadas por las floraciones de algas y yodo en alta mar.
El océano escupe las vergüenzas del ser humano
Lo negativo de la idílica escena estaba en la gran cantidad de basura que el océano había escupido sobre la arena y que el viento se encargó de esparcir por la orilla y el cordón dunar.
Un considerable número de los prohibidos “cacharros” con los que se captura pulpo, restos de redes, viejas nasas, trozos de palés de madera, botellas, botes metálicos y todo tipo de objetos plásticos son algunos de los residuos que la acción del hombre depositó en el mar y que éste ha devuelto en los últimos días.
La escena, que se repite en otras muchas playas de la comarca, especialmente en las más expuestas al viento y el oleaje, es apreciable a lo largo de los dos kilómetros de arenal.
Exitoso proceso de regeneración natural
Un espacio privilegiado en el que, dicho sea de paso, se observa que la duna no deja de crecer.
Esto demuestra lo exitoso del proceso de regeneración natural puesto en marcha cuando hace unas décadas se tomó la decisión de suprimir la vieja carretera que pasaba prácticamente sobre la orilla de A Lanzada para trasladarla a la cara interior del istmo.