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Manuel Méndez
Ver galería >Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
M. Méndez
Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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Las plazas de abastos suelen ser lugares bulliciosos. Puntos de encuentro en los que, además de adquirir productos frescos, los vecinos del pueblo de turno, y los del municipio de al lado, se encuentran en medio de las bancadas de pescados y mariscos y se detienen a conversar, a comentar cómo les va la semana y, en definitiva, se dedican a socializar. Pero las últimas restricciones impuestas por la Administración, el hecho de que los contagios no se detengan y el miedo que parece haber generado esta tercera ola, han marcado un punto de inflexión, haciendo que los mercados de abastos sean ahora lugares tristes.
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