“Por supuesto que, de ser necesario, Vilagarcía ofrecería su colaboración como ya lo hizo el año pasado. Pero aún es pronto para concretarlo”. Con estas palabras el gobierno de Vilagarcía manifiesta su disposición a ceder de nuevo el pabellón de Fexdega como sede de las pruebas de acceso a la Universidad.

No obstante el concejal de Educación, Argimiro Serén, se muestra prudente y considera “muy precipitado” adelantar algo “a cuatro meses vista” (las fechas confirmadas son del 8 al 10 de junio y del 6 al 8 de julio).

El edil indica que todo dependerá de la evolución de la pandemia. En función de cómo esté la situación “hacia finales de abril o mayo, las universidades tendrán que establecer los correspondientes protocolos y organizar el asunto de las sedes, según las circunstancias de ese momento y de las necesidades que tenga”, comentan desde Ravella.

Por tanto en el caso de que las universidades decidan como el curso pasado ampliar el número de sedes para realizar los exámenes y así reducir la movilidad, el Ayuntamiento de Vilagarcía no tendría inconveniente en habilitar el pabellón de Fexdega.

El año pasado el IES Castro Alobre cedió los pupitres y sillas (y custodió los exámenes) y personal municipal se encargó de su traslado y colocación, así como de la medición de los espacios.

Un descanso de los estudiantes durante las pruebas del año pasado Iñaki Abella

El pabellón acogió el verano pasado a 600 estudiantes de toda la comarca

El 7 de julio de 2020 Vilagarcía se estrenó con éxito como sede de la ABAU. La colaboración del Concello permitió que un total de 602 estudiantes de la comarca no tuviesen que desplazarse a Santiago o a Pontevedra a hacer las pruebas de acceso a la universidad en plena pandemia.

Así, se citaron en Fexdega alumnos de nueve centros: Castro Alobre, Bouza Brey, Cotarelo Valledor, Miguel Ángel González Estévez (los cuatro de Vilagarcía), A Basella (Vilanova), Francisco Asorey, Ramón Cabanillas (ambos en Cambados), Monte da Vila (O Grove) y el Igafa (A Illa).

Debido a la gran afluencia de estudiantes, se habilitaron seis accesos distintos al pabellón de A Maroma, con el propósito de reducir el contacto entre ellos (cien por cada puerta).

Todos tenían que llevar puesta la mascarilla y usar gel hidroalcohólico. A diferencia de otros años, la mochila, cartera o bolsa de deporte en las que podían llevar sus pertenencias, debían tenerla en todo momento con ellos (sin juntarla con la de otros compañeros) y a la vista de los vocales durante los exámenes. Se permitieron calculadora y diccionarios, pero no relojes inteligentes, ni siquiera en modo “normal”.