Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Primer fin de semana con calles vacías a partir del toque de queda de las 22 horas

Vista de la calle Juan Carlos I de Vilagarcía tras el toque de queda. | // IÑAKI ABELLA

Aspecto de la peatonal rúa Castelao a las 22 horas del viernes. | // FARO

Un gato cruza sin riesgo el centro urbano. | // FARO

Viernes, diez de la noche en Vilagarcía. La bulliciosa ciudad que era hace solo diez meses se ha transformado en un pueblo fantasma, silencioso, triste. Solo algunos retazos de vida: un repartidor de Globo en patín eléctrico, una pareja sin mascarilla que se atreve a dar un pequeño paseo por las desangeladas calles del centro y algún otro que recién llegado a casa se ve en la obligación de acercar a un árbol a su mascota.

Luego, el vacío y un doméstico gato negro que cruza sin miedo un solitario paso de cebra, el que dibuja la entrada desde el puente de Vista Alegre hacia Castelao.

Quedan solo a esa hora los rezagados que vuelven en sus autos, quizás del trabajo y uno o dos buses que finalizan la ruta y se dirigen a las cocheras. Iban vacíos diez minutos después del toque de queda.

Es la imagen que se repetirá día tras día hasta que se aplane la curva que marca esta tercera ola y que empieza a semejar a un tsunami que necesita el tremendo dique de contención que supone volver al confinamiento domiciliario nocturno, sin que se descarte que en breve sea más estricto.

La ciudad vuelve a estar apagada como en el mes de marzo. Solo las farmacias, los locales de vending para una urgencia y algún que otro restaurante que sirve comidas a domicilio y apura el pedido telefónico dan vida a un centro urbano en el que el frío sigue siendo el protagonista y en el que estorban hasta las luces de los semáforos que cambian de color no se sabe muy bien para qué.

En fin, una respuesta de los arousanos muy contundente que más pronto que tarde debería tener resultados ante la letal amenaza de un virus que ya se ha llevado demasiadas vidas por delante.

Una medida que llega justo el fin de semana cuando en otros tiempos se disfrutaba de un merecido descanso en bares, restaurantes y discotecas. Queda quizá algún sacrificio más y también se precisa algo más de vigilancia durante el día para evitar aglomeraciones frente a cafeterías que no dejan de vender chocolates y cafés con churros, o de pizzerías que siguen ofreciendo porciones para que la gente consuma en la calle.

Y sobre todo algún control más en las carreteras que anoche todavía tenían un tráfico verdaderamente intenso a pesar de que el toque de queda ya llevaba un tiempo vigente. Con todo, los ciudadanos vuelven a mostrar un enorme grado de civismo. La respuesta es general para que esa gráfica vuelva a permitir que pronto trabajadores y estudiantes puedan disfrutar del merecido fin de semana.

Compartir el artículo

stats