Unións Agrarias presentó en agosto de 2019 los resultados de un controvertido estudio de campo sobre la presencia del jabalí en Galicia. Según la central, que recopiló los datos mediante cuestionarios y entrevistas remitidos a sus delegaciones comarcales, había en ese momento unos 180.000 puercos salvajes en la comunidad autónoma. El sindicato afirmó además que esta especie causa pérdidas a los agricultores por valor de 15 millones de euros anuales. Unos datos que fueron puestos inmediatamente en cuarentena por las organizaciones ecologistas.

Año y medio después, cazadores y agricultores de O Salnés mantienen su convencimiento de que la población de jabalíes se ha disparado en la comarca. Los ecologistas, sin embargo, llaman a la cautela. Marta Lois, presidenta del Colectivo Ecoloxista do Salnés (CES) afirma que, “los cazadores y los agricultores están a pie de terreno y hay que tener en cuenta su opinión porque son los primeros que pueden detectar un aumento de la población de jabalí. Pero es necesario saber si esa abundancia es temporal o si se debe a una superpoblación. Y para poder determinar eso no basta con apreciaciones subjetivas. Es necesario realizar un estudio biológico, técnico. Y hasta donde nosotros sabemos, ese estudio no se ha hecho en Galicia”.

El día de Reyes terminó la temporada de caza menor. Desde entonces, los cazadores participan en batidas de otras especies. Una de ellas es el jabalí. La sociedad cinegética Karsita (Vilagarcía) realizó anteayer domingo una salida, y lograron abatir una hembra. Fue el primer jabalí que mataron desde el inicio de la temporada, el 27 de agosto pasado, “pero salieron de la misma mancha ocho o nueve jabalíes más”, afirma el presidente de Karsita, Jesús Beloso. “Hay mucha densidad de jabalí. Durante la temporada de caza menor, levantábamos alguno prácticamente todos los días”, añade.

Una apreciación que comparte con él Manuel Ángel Dopazo, secretario comarcal de Unións Agrarias en O Salnés. “Está claro que cada vez hay más jabalíes. Y los daños a los agricultores también aumentan”. El agricultor señala que los destrozos en los cultivos no son equiparables a los de las comarcas más afectadas (en las que se llegó a declarar la alerta cinegética, con lo que se permiten más modalidades de caza), pero aún así son numerosos. El problema, añade Dopazo, es que las víctimas se ven después desamparadas. “Por mucho que demos cuenta de los daños, no nos indemnizan. Lo único que conseguimos los agricultores son mareos y perder el tiempo. Yo mismo hice una reclamación hace cuatro o cinco años, y después de dar no sé cuantas vueltas no vi ni un solo euro”.

“No estamos solos”

Marta Lois hace hincapié en que, “un aumento de población no siempre significa superpoblación”. Y aboga por trabajar en la educación ambiental, para recordar a los ciudadanos, “que hay fauna salvaje a nuestro alrededor, que no estamos solos en el planeta”.

Sobre el estudio de Unións Agrarias de 2019, afirma que, “me genera muchas dudas”, pues entiende que un trabajo de esas características debe ser realizado por biólogos y con métodos científicos. “La gestión de una especie requiere de estudios mantenidos en el tiempo. No podemos tomar decisiones en base a suposiciones. Tenemos que dar la voz a los científicos”.

La presidenta del CES también disiente de la postura de muchas sociedades de caza, que aspiran a abatir el mayor número posible de ejemplares. “Cuando se decide matar a un animal, tiene que haber una razón de peso detrás”.

De hecho, considera “simple y anticuada” la estrategia de combatir los daños únicamente con batidas, cuando se podrían explorar otras fórmulas, como por ejemplo aquellas tendentes a reducir la reproducción de los animales.

Además, Lois aboga por desterrar la idea de que el porco bravo únicamente genera problemas. “Todas las especies juegan un papel en la naturaleza, y cuando una especie falta, se rompe el equilibrio. El jabalí juega un papel fundamental en la aireación de los terrenos, que es necesaria para la diseminación de muchas especies”. Además, añade, forma parte de la cadena trófica, pues es depredador y presa. “Los jabalíes hacen falta para que la naturaleza gallega siga siendo lo más equilibrada y completa posible”.

Sin ayudas

Manuel Ángel Dopazo no concuerda con los planteamientos de los ambientalistas porque su experiencia le dice que al final los perjudicados son los dueños de los cultivos. “El agricultor vive de su trabajo”, recuerda.

El secretario comarcal de Unións Agrarias asume que la fauna salvaje es necesaria, pero está convencido de que hay que mantenerla a raya, pues cuando no sucede así, quien pierde es quien está en el eslabón más débil de la cadena económica. “Está muy bien proteger la fauna salvaje. Pero quien la protege también tiene que pagar los daños cuando se producen”.

Y, según Dopazo, eso no ocurre. Precisamente, la Xunta publicó en el Diario Oficial de Galicia de ayer sendos anuncios con las líneas de ayudas para reclamar indemnizaciones por daños causados por el jabalí o el lobo en 2021. Pero la sensación general entre muchos agricultores es que es no es más que papel mojado, un exceso de papeleo que no conduce a nada.

Jesús Beloso, que trata a menudo con vecinos que le llaman enfadados para mostrarle sus fincas arrasadas, sostiene que estos están cansados de que la Xunta les diga que solo se indemnizan los cultivos dados de alta en el registro agrario.

Hasta el 28 de febrero

La Xunta autoriza las batidas de jabalí entre el 27 de agosto y el 28 de febrero. Fuera de ese periodo, solo se permiten en casos de que haya destrozos importantes. El grueso de las batidas se realizan entre agosto y principios de septiembre, y desde Reyes hasta finales de febrero. En Karsita abatieron ayer su primer jabalí desde el invierno pasado. Aunque esta campaña fue atípica, “porque se hicieron menos batidas por culpa del COVID”.

Las sociedades de caza remiten en primavera a la Xunta un plan cinegético, en el que un técnico forestal hace una estimación de los ejemplares presentes en su tecor. En el caso de Karsita, calculan que hay ahora mismo una veintena de jabalíes, si bien es una cifra muy volátil, más teniendo en cuenta que se trata de un animal que se desplaza mucho, ya sea en busca de comida o de un refugio más seguro.

La Xunta autoriza a los cazadores a realizar batidas los jueves, sábados y domingos de cada semana, pero en Karsita irán solo uno de los tres días, puesto que no siempre es sencillo reunir las ocho personas que hacen falta como mínimo para montar una cuadrilla.

Karsita solicitó para esta temporada siete precintos (utilizan uno por cada ejemplar abatido), pero el presidente de la sociedad vilagarciana afirma que, “hay tanta densidad de jabalíes que la Xunta nos autorizaría más si fuese necesario”. Jesús Beloso teme otro año de muchos daños, tal y como ya sucedió en 2020. “El pasado fue el año de más destrozos en las fincas de los últimos tiempos. En Castroagudín fue un sinvivir”.

Visiones opuestas, pero que coinciden en que la administración gallega podría hacer mucho más para que el jabalí deje de ser visto como un animal abominable.

SUS FRASES

Jesús Beloso | Ecologista

“Hay fauna salvaje a nuestro alrededor, no estamos solos en el planeta”

Manuel Ángel Dopazo | Agricultor

“Por mucho que los agricultores demos cuenta de los daños, no nos indemnizan”

Marta Lois | Cazador

“El domingo abatimos una hembra, pero salieron de la misma mancha ocho o nueve jabalíes más”