Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mirador de lobeira

El sablazo de Cortegada

Está claro que las varas de medir no siguen las reglas métricas sino que se ajustan a la talla de sastre que se contrata para la ceremonia. El desahucio a los descendientes del dictador Franco del pazo de Meirás resucita la memoria de la compra de la isla de Cortegada, pues también el pueblo tuvo que pagarla a escote para obsequiarla a otro jefe del Estado, en este caso el bisabuelo del rey, el exiliado monarca Alfonso XIII.

La historia es iterativa y reescribe capítulos, en los que apenas cambia más que los protagonistas. Ahora que se sabe que los deudos del dictador tuvieron que devolver la oxidada llave del palacete al pueblo resulta anacrónica la compra de Cortegada, un verdadero dispendio porque se debería haber “tomado” a las bravas, bueno con los argumentos de los Abogados del Estado, que para eso están y se les paga.

¿Dónde han estado los letrados cuando se gestionó la devolución de la isla? Las leyes no han variado en estos últimos años tanto para que ahora se consiga desalojar a los nietos de Carmen Polo del palacio de los herederos de Doña Emilia y hace diez años haya habido que ingresar 1,8 millones de euros a una inmobiliaria para rescatar una isla expoliada por un contubernio.

Cierto que la ínsula fue adquirida por algo más de 650.000 euros por una empresa a Juan de Borbón, padre del Emérito y único heredero, con el propósito de desarrollar una urbanización de lujo para la clase más alta, para la jet de España.

Con esta acción, la empresa rompió el cordón del linaje real que pesaba sobre las 47 hectáreas. Pero seguro que tras este acto mercantil existían muchas fórmulas sencillas para revocar la venta que formalizó el Borbón sin trono.

Así, el pueblo se ahorraría esa millonaria cantidad que permitió el lucro de los que adquirieron y pretendían limpiar la acción del vendedor, quien también obtuvo pingües beneficios en su día -recuerden que se hablaba de más de cien millones de pesetas, y eso era mucho dinero en la época.

Con la expropiación de Meirás queda en evidencia la semejanza de ambos procesos, incluso igual o más traumático en Arousa, tanto que aún quedan cicatrices en Carril del sufrimiento de los pobladores que fueron desalojados a la fuerza de sus humildes casas con la pomposa idea de construir una residencia real para las vacaciones veraniegas del monarca,

Hace una década que la isla vuelve a pertenecer a sus legítimos dueños y Carril puede presumir de uno de los parajes más singulares y especiales del Atlántico, candidato a formar parte de los bienes declarados Patrimonio de la Humanidad.

Visto de este modo, la recompra salió barata. Como diría un hombre de leyes, al enemigo que huye, puente de plata. Pero ello no quiere decir que haya que estar callados pues la recuperación se pudo haber obtenido sin más coste que el de los tribunales. Lo fundamental es que la bella isla a la que cantó Rosalía vuelve a pertenecer a los carrilexos, a Vilagarcía y a Salnés, y por extensión a Galicia, para su disfrute in illo tempore, salvo que vuelvan a venir mal dadas.

Y pese a que la compra de la usurpada Cortegada ha sido un sablazo cabe admitir que no existen llaves que impidan franquear sus puertas ni están retorcidas y oxidadas como las que dejó Franco en Sada. Y como no hay mal que por bien no venga, la hermosa isla vilagarciana se preservó durante casi un siglo y es hoy un verdadero paraíso con el bosque de laurel más importante del mundo y una referencia para la conservación del medio ambiente. Al final no queda otra que admitir que, aún así, resultó una ganga.

Compartir el artículo

stats