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mirador de lobeira

Compostar al lado del Hospital

El polígono de Baión fue elegido para acoger una de las megaplantas de biorresíduos de Galicia tras adquirir la Xunta a SEA (Suelo Empresarial del Atlántico) casi 20.000 metros cuadrados por 1,8 millones de euros y la parte alícuota de los 25 millones reservados para las tres que se construirán en Galicia, las otras en Lugo y Ourense.

La propuesta dibuja un prisma con muchas caras. Quizás la que más brilla es la del proyecto que va a generar riqueza verde con una treintena de empleos directos e inducidos. También es un proyecto positivos por cumplir con Europa en materia medioambiental sin olvidar que el desértico polígono vilanovés empieza a tener un aceptable nivel de ocupación.

Sogama (Sociedade Galega de Medio Ambiente), empresa ligada a la Xunta, inicia ahora una nueva etapa de expansión que le va a permitir diversificar su actividad centrada hasta ahora mismo en Cerceda y Meirama, a donde dejarán de ir las basuras domésticas orgánicas, quizás las que generan mayor volumen pues suponen el 40% del actual contenedor verde.

Es por tanto una buena noticia para los Ayuntamientos que seguro que se ahorrarán los costes del transporte en tren y camiones hasta la localidad coruñesa que recibió como compensación la construcción de un parque acuático que generó muchos ingresos en épocas del boom turístico, sin olvidar otras infraestructuras.

Pero al rotar el poliedro de Vilanova todavía surgen muchas aristas pues la Xunta desveló la idea sin exponer las interioridades de este macroproyecto medioambiental, salvo algunas palabras grandilocuentes. De hecho ni siquiera se establece qué Ayuntamientos van a depositar sus orgánicos en la planta de descomposición arousana, excepción de la alusión al vago concepto de “25 concellos del Eje Atlántico” que, en principio, debería abarcar la mayoría de los de las provincias de Pontevedra y buena parte del litoral de A Coruña, es decir la mitad más poblada de Galicia. Existe alguna pista, como el hecho de que se tratarán 15.000 toneladas de residuos orgánicos al año con el fin de convertirlos en fertilizantes con la ayuda de otras 7.000 toneladas de estructurante, en román paladino hojas secas, tojo y restos de poda.

De ahí que los vecinos de Baión, un núcleo rural con una considerable densidad de población, tengan todo el derecho del mundo a conocer en profundidad qué significará este proyecto y cómo les va a afectar a las puertas de su casa. Cabe hacer hincapié en que una empresa de esta dimensión va a implicar un incremento considerable del tráfico en este entorno tanto de los camiones cargados de basura orgánica como los que en el futuro transporten los fertilizantes por toda la geografía nacional.

Y es que el polígono de Baión, a diferencia del de Cerceda, carece de un apeadero para los gigantescos trenes que recorren la geografía gallega en horario nocturno. Tampoco se espera que lleguen por vía marítima pues el puerto de Vilagarcía dista siete kilómetros y no merecería la pena tanto transbordo-trastorno.

Respecto a las comunicaciones por carretera habrá que recordar que tampoco son las más idóneas pues la Xunta aparcó la autovía que en su día iba a conectar Pontevedra con la rotonda de Godos. Nada se sabe de proyectos energéticos relacionados ni de compensaciones por las molestias causadas. Ni siquiera si existe un informe sobre las repercusiones en el entorno o si de algún modo puede afectar a la normalidad en el Hospital de O Salnés, a menos de un kilómetro en línea recta.Y es que a lo mejor también habrá que hablar con los vecinos de Rubiáns y contar con ellos. ¡Ya se verá!

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