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La “toniña”, a punto de extinguirse

Cemma logra que el Gobierno de España aumente el grado de protección | Ya no crece como antes, cada vez hay menos hembras y tardan más en alcanzar la madurez sexual

Un ejemplar juvenil de marsopa muerto, con indicios de captura accidental. | // CEMMA

La marsopa (Phocoena phocoena), conocida en Galicia como “toniña”, ha sido declarada en peligro de extinción. Se ha hecho así en base al trabajo realizado por la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) prácticamente durante sus treinta años de existencia.

Así lo confirma el Boletín Oficial del Estado (BOE), donde se publica la resolución del Ministerio para la Transición Ecológica en la que se integra la marsopa afro-ibérica en la categoría reservada a aquellas que están en peligro de extinción, cuando hasta ahora se la consideraba, que no es poco, como especie vulnerable.

Este cambio de protección puede entenderse como una buena noticia, desde el punto de vista de la protección de la especie, ya que debe ayudar a establecer medidas tendentes a conservarla y puede ayudar a concienciar a la población.

Pero, evidentemente, también es una pésima circunstancia, ya que es la prueba evidente de su mal estado de conservación.

Lo que sucede, explica la entidad responsable de la Red de Varamientos de Galicia, es que “la mala situación de conservación de la especie hacía necesario aplicar un ascenso en la categoría de protección”.

Para ello, como se decía antes, han sido determinantes las investigaciones científicas que ha realizado, tanto propias como en colaboración con otros centros de investigación estatales e internacionales, la Unión Europea, el Gobierno de España o la Xunta.

Tales estudios “aportaron información crucial sobre la población, distribución, anatomía, reproducción, dieta, estado de salud, amenazas y genética de la especie”, destaca el biólogo Alfredo López, máximo responsable de la Cemma.

López también apunta que las investigaciones genéticas “contribuyeron a que en 2017 se reconociera que las ‘toniñas’ de la Península Ibérica y el norte de África son una subespecie distinta de las demás reconocidas previamente”.

Aquel reconocimiento se producía una década después de que lo reclamara la Cemma, atendiendo a las evidencias sobre el declive de la especie que había detectado. Y así lo solicitó hasta la saciedad, en infinidad de foros posteriores sobre medio ambiente, desarrollados tanto en España como en otros países.

Poco a poco esta organización no gubernamental fue recabando apoyos, y más aún tras presentar en el año 2015 el proyecto “Phocoeval”, que contó con el apoyo de la Fundación Biodiversidad y sirvió para confirmar la situación crítica de la marsopa, pronosticando que, de no adoptarse medidas urgentes, podría desaparecer por completo en el horizonte de 2030.

Así se advirtió, también, en el borrador del Plan de Conservación que la Cemma entregó en 2018 al entonces conocido como Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, siendo aquel el paso decisivo para iniciar el procedimiento que desencadenó el aludido cambio de catalogación en el tipo de protección de la especie.

Buena falta que le hace, ya que los datos obtenidos son tan preocupantes que la “toniña” ya ni siquiera es capaz de crecer hasta los 190 centímetros de longitud que constituían una de las características de la especie en Galicia.

Puede parecer chocante, pero los estudios realizados indican que desde los años noventa, cuando inició su andadura la Cemma, se ha visto reducida tanto la población de marsopas como el tamaño de sus individuos, y tanto en machos como en hembras.

Por si fuera poco, “la proporción de hembras respecto a la de machos ha disminuido y el porcentaje de las que alcanzan la madurez sexual es casi un tercio del que había hace 20 años, reduciéndose del 53% al 19%”.

La presión de la pesca accidental

Para entender por qué la población de marsopas se ha visto diezmada, hay que pensar en causas medioambientales, pero también en su captura accidental durante las labores de pesca. La Cemma cree que esta última es “la principal causa de muerte de la especie en nuestras aguas”. Prueba de ello es su captura en las redes, principalmente en las de enmalle, pasó de generar una tasa de mortandad del 24% en la década de los años noventa a casi un 50% en los últimos años, asegura el equipo de Alfredo López.

Cada vez menos dentro de las rías

Al analizar la situación de la marsopa en Galicia, la Cemma apunta que su distribución varía dependiendo de la zona de que se trate. Así las cosas, “en el entorno de las Rías Baixas habitan en batimetrías de 90 a 200 metros, desplazadas hacia el exterior de las rías, principalmente, a causa de los arroaces que ocupan su interior”. Esto se debe a que son muy asustadizas y temen a los delfines mulares, como ya se explicó en otras ocasiones. Aunque también se escapan, y esta puede ser la causa principal, debido a la creciente presencia de embarcaciones a motor en el interior de las rías. Además de destacar que cada vez es más difícil verlas en aguas interiores, la organización conservacionista sostiene que en la costa norte de las provincias de A Coruña y Lugo “es frecuente observarlas cerca del litoral”, ya que, a diferencia de lo que sucede en las Rías Baixas, allí “no cuentan con tantos espacios cerrados y ocupados por los delfines”.

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