José Antonio Prieto Fernández fue detenido el 5 de diciembre de 2018 como presunto autor de un episodio de violencia de género. Habría disparado dos veces a su expareja, Eva María A.F., cuando se encontraban en el interior del piso que estos dos ourensanos compartieron en O Grove. Apenas dos años después, para indignación y preocupación de la víctima, el presunto agresor ya está en la calle, aunque vigilado telemáticamente y a la espera de juicio.

Es así después de que pasara por el hospital unos meses, para curarse de las heridas que supuestamente se había autoinfligido, y después de permanecer en prisión preventiva acusado de homicidio en grado de tentativa, quebrantamiento continuado de la medida cautelar, maltrato y violación de morada.

Tenía orden de alejamiento

“Qué Justicia es ésta que pone al agresor en la calle y hace que yo tenga que andar atada a un dispositivo para que él esté en libertad”, lamenta Eva María, que antes de haber sido tiroteada ya había sido víctima de malos tratos a manos de su expareja, para quien se había decretado una orden de alejamiento que quebrantó cuando decidió personarse en el piso y, presuntamente, pegarle dos tiros, uno en el cuello y otro, en el pómulo.

Aquel hombre que se atrincheró en la vivienda tras disparar y que habría intentado suicidarse disparándose en la cabeza, de ahí que permaneciera en el hospital e incluso estuviera a punto de morir, “está libre después de haber intentado arrebatarme la vida y dejar a mi hija sin madre”, proclama la víctima.

Así lo dejó patente, también, en los actos del Día contra la Violencia de Género desplegados ayer en Ribadumia, donde una representante de la asociación Esmar dio lectura a una carta escrita por la propia Eva María.

“Pudo acabar con mi vida”

En la misma relata que el martes recibió la “amarga noticia” de la liberación del presunto agresor; “a menos de un mes para que se cumplan dos años del atentado que pudo acabar con mi vida, en mi propia casa, cuando mi ex entró y me esperó para dispararme”.

No solo la indigna esto, sino también el modo en que se enteró, pues “aparecieron dos chicos en casa para instalarme un dispositivo de seguimiento de 24 horas y posteriormente me comunicaron por mediación de mi abogado el auto del juez”.

Se enteró así de que, si bien el 20 de octubre la jueza de instrucción de Cambados desestimó la puesta en libertad provisional del presunto agresor, la Audiencia Provincial corrigió aquella decisión, al entender que “la prisión provisional no puede perseguir fines punitivos o de anticipación de la pena”.

Por esa razón, atendiendo al tiempo que lleva en la cárcel y porque no advierte riesgo de fuga, la Audiencia deja en libertad a José Antonio Prieto Fernández y hace que Eva María ya no pueda “vivir tranquila”, pues considera que “nadie puede asegurar que no vaya a intentar ponerse en contacto llamando por teléfono a mi hija”.

Todavía afectada, ya que recuerda perfectamente cómo su agresor “apareció en la habitación” aquel día que estuvo a punto de morir tiroteada, termina preguntándose “por qué no se celebra el juicio y no lo condenan”, ya que mientras tanto, sigue siendo víctima de un “daño” tan importante que, quizás, solo las víctimas de violencia de género puedan entender.