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África ayudó a pescar centollo en O Grove

Los pescadores jubilados a los que se homenajea este año narran sus vivencias y defienden el crustáceo meco

Los hermanos Jacobo y José Domínguez Soutullo. FdV

Jacobo y José Domínguez Soutullo, de 80 y 78 años, respectivamente, son los dos hermanos grovenses que este año serán homenajeados por la Confraría de Pescadores San Martiño, como reconocimiento a toda una vida dedicada a la pesca del centollo. Una vida dura, que los llevó a empezar en el mundo de la pesca cuando aún llevaban pantalones cortos, siendo aún unos niños. Lo hicieron junto a sus padres, dando continuidad a una tradición familiar que ahora siguen sus hijos y que, probablemente, continuarán sus nietos.

Hablar con ellos permite descubrir infinidad de anécdotas y vivencias relacionadas con el mundo del mar. Aunque quizás la más llamativa es la que guarda relación con la campaña de pesca –aproximadamente un año– que hicieron en aguas de África.

Se fueron con Pescanova para capturar gambas y consiguieron unos ahorros que iban a marcar sus vidas para siempre. A su regreso a casa, aquel dinero –mil de las antiguas pesetas al día– les permitió comprar un barco y dedicarse de lleno al centollo dentro y fuera de la ría de Arousa.

Después siguieron sus vidas, cada uno con sus familias, vinieron nuevos barcos, hijos, nietos e incluso bisnietos. Todo cambió desde los aquellos duros comienzos, incluso la forma de pescar, vender y promocionar el que consideran “rey de los mariscos”, ahora incluso diferenciado con una marca de calidad propia, la de “Centollo de O Grove”.

José Domínguez Soutullo. FdV

José Domínguez Soutullo: “Quizás aquí lo seleccionamos mejor antes de llevarlo a lonja”

José Domínguez reside en el barrio de Terra de Porto, tiene 78 años, está casado y es padre de cuatro hijos que le dieron diez nietos y tres biznietos. “Empecé a pescar centollo desde niño, al lado de mis padres”, explica este conocido “centoleiro” que, cuando era joven, se marchó junto a su hermano mayor, Jacobo, a trabajar a África.

“En 1965 fui como patrón de pesca en uno de los barcos de Pescanova para capturar langosta con nasas –relata–, y cuando regresamos seguí pescando centollo hasta que me retiré, a los 62”.

Pero en O Grove esto se lleva en la sangre y el corazón, por eso confiesa que, en cierto modo, sigue siendo uno más de la flota de enmalle.

Lo hace ayudando a sus hijos en lo que puede, aunque desde tierra. “Con ellos, José Ramón y Manolo, tenemos un barco en el que seguimos dedicándonos a esto porque es lo que nos gusta”, sentencia.

Preguntado por la fama y excelencia del centollo meco responde que obedece a “una alta calidad que consigue gracias a la riqueza de nuestra ría”. Claro que los marineros de otros puertos pescan también en estas aguas, a veces al lado de los mecos, “pero quizás en O Grove fuimos capaces de darle una fama especial y sabemos seleccionarlo mejor antes de llevarlo a lonja”, concluye.

Jacobo Domínguez Soutullo. FdV

Jacobo Domínguez Soutullo: “Los jóvenes de ahora son más listos y pescan si está bueno”


Residente en Terra de Porto (O Grove), Jacobo Domínguez Soutullo es un hombre feliz que, como buen lobo de mar, disfruta contando las historias de cuando era más joven. Casado y padre de tres hijos –Santi, José Antonio y Mila– que les dieron cuatro nietos, bromea diciendo que junto a su esposa “sumamos casi 160 años de edad”.

Él ya cumplió los 80, por lo que puede decirse que lleva prácticamente siete décadas casado con el mar. “Empecé con diez o doce años, y cuando cumplí los 25 me fui al sur de África, con mi hermano”, relata.

Fue así como, “después de 30 días de navegación, empezamos a dedicarnos a la langosta”. A su regreso, “José y yo compramos un barco con el dinero que habíamos ganado estando en África, donde nos daban mil pesetas al día”. Y con ese nuevo barco volvieron a centrarse en el centollo de O Grove.

Para este curtido marinero también es “el mejor del mundo”, diferenciándose del centollo de otros puertos “porque los jóvenes de ahora son más listos que nosotros y solo van a pescarlo cuando está bueno de verdad; no como antes, cuando no había vedas ni nada”. Aunque hay otros factores que influyen, “como la temperatura del agua”



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