No hace falta que sobre el escenario esté una de las estrellas de la canción o la composición. No es preciso que esté el público para arropar al artista. Ni siquiera tiene que estar sonando uno de esos éxitos que se repiten hasta la saciedad en las emisoras comerciales. Basta con una canción de las de siempre y las manos de un maestro que sabe tocar con el alma.

Es así como Alfonso Galbán Rico consiguió siempre emocionar al público y como ha vuelto a hacerlo hoy mismo, con una inesperada actuación en la sala de conciertos El Náutico, en la playa grovense de A Barrosa.

Que nadie se llame a engaño. No se trataba de ninguno de esos conciertos espectaculares que suelen desarrollarse en tan conocido local. Como todos, está cerrado, a causa de la pandemia.

Tampoco era ninguna actuación programada, sino que, simplemente, el maestro había acompañado hasta San Vicente de O Grove a su hijo Diego, de la firma Duende Instrumentos Musicales, para afinar el piano del emblemático bar.

El resultado fue una actuación íntima de esas que sumergen a quien la presencia en una montaña rusa de sensaciones, recuerdos y emociones

Para probarlo, a Alfonso Galbán no se le ocurrió mejor cosa que hacer lo que mejor sabe, tocar. El resultado fue otra lección magistral; una actuación íntima de esas que salen del corazón del artista y sumergen a quien la presencia o escucha en una montaña rusa de sensaciones, recuerdos y emociones. Para entenderlo basta con relajarse y dejarse llevar viendo el vídeo, difundido en las redes sociales por Miguel de la Cierva, el propietario del local.

El tímido ruido de la leña al arder y el calor que, a través de la cámara, parece desprender la chimenea encendida, justo al lado del piano, se antojan el coro ideal para arropar al artista vilagarciano en la improvisada actuación.

Un momento de la aCtuación, mientras afinaba el piano. FdV

“Alfonsina y el Mar”

Fue así, de la mano de Alfonso, como hoy volvió a sonar el piano de El Náutico. Un instrumento bien afinado del que salieron los melodiosos acordes de “Alfonsina y el Mar”, el siempre emotivo tema que homenajea a la poetisa Alfonsina Storni, muerta en 1938 en Mar del Plata.

Fue, sin duda, una buena oportunidad para volver a disfrutar de este experimentado artista, nacido en 1945 y director de la escuela de música municipal de Vilagarcía durante 25 años, hasta hace una década. Un hombre que actuó en diversas partes del mundo, que tocó el órgano en la Catedral de Santiago, autor de libros como el titulado “Teoría de la música abreviada”, compositor y leyenda viva en la localidad vilagarciana y la comarca.

El mismo que hace casi una vida fundó la Orquesta de Cuerda del Liceo Casino y la Rondalla de Vilagarcía; además de haber sido concertista en los programas de la Diputación en el castillo de Soutomaior, organista titular de las corales de Vilaxoán y Vilanova, concertista de piano y órgano para la desaparecida Obra Social Caixavigo, director del Orfeón y la Banda de Cornetas y Tambores del Regimiento de Infantería Isabel La Católica y miembro destacado del grupo musical “Los Duendes”, con el que acompañó a artistas de la talla de Julio Iglesias.

Ahora son muy limitadas, prácticamente nulas, las apariciones públicas de este hombre que fue capaz de lograr que varias generaciones de vilagarcianos y arousanos en general se sumergieran en el mundo de la música. De ahí que su breve y entrañable interpretación en el piano de El Náutico pueda considerarse como una joya que vale la pena conservar; un soplo de aire fresco en tiempos de pandemia que conviene guardar en el recuerdo para no olvidar nunca la maestría del artista.