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El historiador Martínez Chantada: “Los pobres siempre fueron los más afectados en las epidemias”

El exprofesor investigó la incidencia de las plagas de mediados de los siglo XVIII y XIX en la parroquia de Santa Baia de Ribadumia

Hernando Martínez Chantada, en su escritorio. | // IÑAKI ABELLA

El historiador local Hernando Martínez Chantada buceó durante los últimos meses en los archivos parroquiales de Santa Baia de Ribadumia, para saber cómo afectaron a la población las pasadas epidemias. Y comprobó como las personas más humildes fueron las que en mucha mayor medida fallecieron. “Los pobres siempre fueron los más afectados en las epidemias, porque son las personas más expuestas. Está constatado históricamente, y ahora está sucediendo un poco lo mismo”.

Martínez Chantada llama la atención sobre la situación de aquellas familias que arriesgan su salud porque no pueden permitirse el lujo de quedarse en casa. “Hay quien critica la actitud de quienes salen de casa exponiéndose al contagio porque hablan desde la comodidad y la saciedad”, sostiene el exprofesor ribadumiense.

A mediados del siglo XVIII, una epidemia infecciosa causó una alta mortandad en Ribadumia y otras parroquias de O Salnés. Según las actas de defunciones, entre 1753 y 1754 fallecieron una veintena de vecinos al año, más del doble que en los años anteriores. “En 1752 hubo ocho muertos en la parroquia, en 1753 fueron 22. En 1754 murieron 20 personas, y en 1755 las defunciones volvieron a bajar a ocho”. Sucedería lo mismo un siglo después, a consecuencia de una plaga de cólera, una enfermedad causada por una bacteria que se propaga a través del agua o los alimentos contaminados.

“En 1853 volvió a subir la mortalidad de la parroquia, casi duplicando el número habitual”, explica Chantada, si bien sostiene que en ese momento todavía no se menciona el cólera en los registros, tal vez porque las autoridades aún no sabían qué enfermedad estaba provocando las muertes.

En 1854, sin embargo, ya hay referencias al cólera en los documentos parroquiales, en los que se mencionan también las medidas sanitarias aplicadas para contener la enfermedad. Entre estas, se encuentra el entierro de los fallecidos en el mismo día de su defunción, sin dar a sus familias la oportunidad de velarlos. Ese año, murieron en Santa Baia de Ribadumia el triple de personas que en un año normal, “y llama la atención que los muertos menores de 50 años igualan a los demás de esa edad, con una notable incidencia en los menores de 20”.

Martínez Chantada halló en su investigación referencias a la muerte de un niño de seis años, de un adolescente de 16 y de dos vecinos de 28, una de las cuales era, “pobre de solemnidad”, tal y como dejó reflejado el sacerdote.

A mediados de julio, en el periodo, “más crítico de la epidemia”, murieron tres personas de la misma casa, “una familia pobre”. Entre los fallecidos figuraba una niña de cuatro años. Hubo casos en los que el cólera causó la muerte de prácticamente todos los miembros de una misma familia.

El Covid-19

Hoy, la sociedad posee muchos más mecanismos para enfrentarse a las enfermedades, en este caso el Sars-CoV-2, virus causante del Covid-19. Pero hay patrones que se repiten, y para Martínez Chantada uno de ellos es que los más humildes padecen las consecuencias sanitarias y económicas más graves, como ya sucedió en el pasado.

“El que no tiene qué comer se mete en el infierno si hace falta, aunque sea a riesgo de contagiarse”, afirma. Y recuerda que la pobreza no es patrimonio exclusivo del tercer mundo, donde millones de familias se han visto abocadas durante esta pandemia a la pobreza más extrema por los confinamientos y la falta de ayudas públicas. “En Galicia también hay familias por debajo del umbral de la pobreza”, recuerda el exprofesor e historiador, autor de numerosas publicaciones sobre historia local.

“Estamos viviendo una situación crítica, pero ya ocurrió en otras ocasiones en el pasado”, remacha Hernando Martínez Chantada.

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