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Una “delicatessen” difícil de encontrar

Los montes vilagarcianos todavía pagan los efectos de los incendios de 2006 con la ausencia de setas

Actividad del Outono Micolóxico celebrado el pasado año en Vilagarcía. | // IÑAKI ABELLA

No son buenos tiempos para los amantes de las setas en lugares como Xiabre o Lobeira. Así lo han constatado los integrantes de la asociación micológica A Cantarela de Vilagarcía en sus paseos por esos lugares, encontrando muy pocos ejemplares de esta delicatessen gastronómica que, cada vez más, cuenta con un mayor número de adeptos. En esa circunstancia han tenido que ver mucho los incendios, especialmente los ocurridos en 2006 que han provocado que los bosques que rodean Vilagarcía sean demasiado jóvenes. “Todavía no se ha registrado la simbiosis entre los árboles, especialmente robles y pinos, necesaria para que afloren las setas”, explica Carlos Puga, uno de los fundadores de la entidad hace ya más de treinta años.

A esa situación, que llevan viviendo desde hace ya muchos años, se suma que “las lluvias todavía no han sido todo lo abundantes que se esperaría a estas alturas del año, por lo que no hay la suficiente humedad en el terreno para que proliferen las setas”. De hecho, apenas se encuentran boletus, níscalos o lepiotas, las especies más habituales en las cercanías de Vilagarcía.

Puga insiste en que “para la aparición de las setas, los bosques deben ser antiguos, para que exista esa simbiosis entre árbol y hongo, robles o pinos a partir de veinte años comienzan a contar con ese sotobosque necesario para que aparezcan estas especies”. En menor medida, aunque también son habituales, las setas pueden aparecer en los “soutos” formados por castaños. Incluso en espacios tomados por el eucalipto, pero para ello “deben tener más de 30 años, y todos sabemos que, este árbol, se corta mucho antes de alcanzar esa edad, por lo que resulta imposible que puedan salir setas de forma habitual”. La campaña de setas casi siempre suele iniciarse a principios de septiembre y finalizar a finales del mes de enero, “eso en un año bueno, y este no lo está siendo”.

Puga y varios compañeros más formaron A Cantarela hace más de 30 años, cuando comer setas era algo impensable para la mayor parte de la sociedad. Esa situación ha cambiado por completo y, ahora, es cada vez más frecuente “ver a familias enteras acudir al monte a recoger setas y nadie rechaza un plato bien preparado con ellas”. Sin embargo, todavía existe mucho desconocimiento sobre cómo distinguir las setas comestibles de las venenosas. La clave fundamental, explica Puga, “es coger solo aquellas que se conocen perfectamente o consultar con un experto; nosotros, a través de nuestra exposición siempre ofrecemos imágenes de setas comestibles en diferentes momentos de crecimiento, para facilitar su identificación, pero si no se es capaz de identificar, lo mejor es no cogerla”. El único consejo que puede dar a este respecto Puga es que “todas aquellas setas que tengan anillo, bulbas y láminas blancas, no se deben coger, pero no siempre son apreciables estos elementos”.

El Covid-19 obliga a suspender gran parte de sus actividades

Al igual que muchas otras asociaciones de otros sectores, A Cantarela se ha visto obligada a suspender la mayor parte de sus actividades debido al Covid-19.. A Cantarela acostumbraba a celebrar excursiones a diferentes zonas de Galicia para localizar setas, algo que se ha suspendido. Eran actividades en las que participaba mucha gente e íbamos juntos en autobús, por lo que, tal y como está la situación, hemos decidido suspenderlas”, explica Puga. Sin embargo, se mantienen el concurso de fotografía y la exposición que, cada año, se organiza coincidiendo con la celebración del Outono Micolóxico. Este evento se celebrará entre el 15 y el 29 de noviembre, con el apoyo del Concello.

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