Más de una década después, el Coelctivo Ecoloxista de O Salnés (CES) continúa participando en el Proxecto Ríos, una iniciativa en la que recorren unos 500 metros del cauce fluvial del Umia retirando la basura que se encuentran y realizando análisis que permiten valorar cual es la salud de la que goza. Esa actividad regresó ayer a Pontearnelas, entre a Ponte dos Padriños y el puente de la PO-300, volviendo a comprobar que el Umia respira, aunque con ciertas dificultades que ya se han convertido en un mal endémico de este cauce.

Los análisis sobre biodiversidad, PH y óxigeno indican que el agua tiene una calidad entre regular y buena, aunque esos análisis no detectan la presencia de metales pesados en el agua. Para Marta Lois, responsable del CES, estos resultados se deben "a la lluvia que permite que el cauce fluvial se renueve y la contaminación no sea tan evidente". Sin embargo, hay un dato que, desde que iniciaron esta actividad, preocupa a los ecologistas, y no es otro que la desaparición del bosque de ribera. Este elemento, insiste Lois, es lo que "peor se encuentra, con zonas en las que ha desaparecido por completo, y en otras está en vías de hacerlo".

Este elemento es fundamental para darle sombra al cauce, y sobre todo, para aportar nutrientes al agua que ayudan a que exista una importante biodiversidad. En esta desaparición están teniendo mucho que ver los desbroces incontrolados que se realizan por las sendas, la basura que se encuentra en sus inmediaciones y el aprovechamiento agrícola prácticamente hasta el agua.

Otra amenaza que pende sobre el río Umia son las plantas y los animales invasores. En estos recorridos, el CES ha constatado la existencia de egerias, planta utilizada en los acuarios que ha llegado al Umia y que se convierte en un peligro para los peces del río ya que no deja pasar la luz, pero no es la única, también se han encontrado hierba de la pampa, cangrejos americanos, tortugas, visones americanos o truchas arco iris. "Queda mucho por hacer si se quiere recuperar el río en condiciones", explica Lois.

En la jornada de ayer, las seis personas que participaron en la limpieza, además de cumplir estrictamente la normativa sanitaria de la Covid-19, retiraron durante las más de dos horas de trabajo voluntario un total de 100 litros de envases, 5 de cartón, 10 de vidrio y otros 50 de restos no reciclables. También se encontraron voluminosos, como restos de ladrillos y una cubierta de fibra de vidrio de un metro cuadrado. Todo fue entregado a la Concejalía de Medio Ambiente de Ribadumia para ser trasladado a un punto limpio.

El pasado año también se localizó un vertido de escombros con restos de ladrillos y uralitas, del que también se informó a los responsables del Concello de Ribadumia, pero esto sigue sin recogerse un año después.