El calderón común o ballena piloto de aleta larga (Globicephala melas) es una especie de cetáceo de la familia de los delfines que puede alcanzar los seis metros de longitud. Dicen los expertos que forman grupos dirigidos por una hembra, que suele ser la abuela de muchos de los miembros del mismo. La matriarca, como sucede con animales terrestres como los elefantes, parece tener una memoria prodigiosa que le permite guiar a la familia en busca de las zonas de alimentación.

Eso es lo que se ha comprobado y documentado en los últimos días en Galicia, después de que el equipo de investigación del Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI) localizara una de esas familias de calderones en las Rías Baixas.

Su director, el doctor en Ecología Bruno Díaz López, resalta que la abuela de esta familia trajo a los suyos a la costa gallega, para sacar partido a la riqueza de sus aguas; la misma razón por la que este verano, como en los anteriores, acudieron a estas latitudes ballenas de diferentes especies, marsopas y un largo etcétera de mamíferos marinos.

¿En qué se basa el BDRI para concluir que la memoria de ese ejemplar adulto de calderón lo trajo de vuelta a las Rías Baixas? Pues en los abundantes e importantes datos de que dispone tras su intenso trabajo durante la última década, lo cual, mediante la fotoidentificación y otras técnicas de estudio, le permite elaborar un censo de los mamíferos marinos en aguas gallegas y usarlo para realizar un estrecho seguimiento de los movimientos de cada ejemplar.

De este modo, los investigadores afirman que el animal que hace de guía en la familia de calderones localizada hace días, así como otros adultos del mismo grupo, ya fueron observados en la misma zona en septiembre de 2017, lo que permite deducir que "a la abuela calderón le gusta Galicia".

De cabeza voluminosa, como con forma de caldero (de ahí su nombre en español), y de aletas pectorales estrechas y largas, el calderón es, según los entendidos, uno de los pocos animales que posee un número de neuronas neocorticales superior al del ser humano en un área que determina la percepción, la imaginación, el pensamiento, el juicio y la decisión. Dicho de otro modo, que es un cetáceo que puede definirse como inteligente.

De color blanquecino por debajo y negro en la parte superior, suele desplazarse en bandadas y alimentarse, principalmente, de calamares.

Eso es lo que parecía hacer el grupo localizado por el BDRI gracias al trabajo que realiza al abrigo del proyecto "Balaenatur", que lleva a cabo con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

De este modo, el citado centro de investigación, con sede en O Grove, no solo puede estudiar a esta especie, sino también divulgar algunas de sus principales características y dar a conocer su presencia en aguas gallegas con el propósito de concienciar a la sociedad y lograr su preservación.

Por eso el BDRI incide en que "los calderones son increíblemente sociables, viviendo en manadas matriarcales que en ocasiones interaccionan con otras especies de delfines".

Incluso aporta pruebas de ello, difundiendo este vídeo grabado por su equipo el martes pasado en aguas gallegas en el que se aprecia a un joven calderón interactuando con un grupo de delfines comunes.

Ese juvenil es, junto a cuatro crías más, uno de los miembros de la familia de calderones aludida, formada por catorce individuos y observada junto a doce grupos de delfines comunes, seis familias de marsopas y dos rorcuales aliblancos.

El primer avistamiento de la temporada

Fue el primer avistamiento de calderones de la fructífera campaña científica que lleva a cabo el centro de estudios marinos grovense.

Aunque puede que no sea el último, ya que esta especie muestra una pauta claramente migratoria asociada a la disponibilidad de cefalópodos y peces.

Hay que tener en cuenta que consume alrededor de 34 kilos al día de calamares, caballa, arenque, bacalao y rodaballo, entre otros productos que encuentra en la despensa atlántica.

Por tanto, aunque su presencia en la costa gallega es estacional, puede regresar en cualquier momento, dependiendo de los movimientos de sus presas.

Distribución

Esos desplazamientos tras el alimento hacen que la distribución del calderón vaya desde las zonas templadas y subárticas de ambos hemisferios hasta algunas aguas costeras del Atlántico Norte, el Mediterráneo y el Mar del Norte.

En cualquiera de esos lugares, como sucedió esta vez en las Rías Baixas, los ejemplares jóvenes pueden ser vistos saltando, lo cual constituye una práctica inusual en el caso de los adultos.

Este animal suele respirar varias veces antes de realizar sus inmersiones, que pueden prolongarse hasta diez minutos cuando se lanzan a la caza y captura de calamares o peces, llegando a alcanzar profundidades de hasta 600 metros.

A la espera de los "primos", los delfines de Risso

Ni que decir tiene que el avistamiento de los calderones comunes es una buena noticia para la comunidad científica que, además, supone un bioindicador más que da cuenta de la importante biodiversidad de las aguas gallegas. Y puede ser, asimismo, un anticipo de la llegada de sus "primos", los calderones grises (Grampus griseus), que suelen acercarse a Galicia en otoño.

En octubre del año pasado, como también en 2018, el BDRI documentó la presencia en Galicia de los calderones grises, también conocidos como delfines de Risso o arroaz boto; una especie propia de las aguas profundas tropicales y templadas de los océanos Atlántico, Índico, Pacífico y Antártico.

La familia avistada hace casi un año estaba formada por siete calderones grises que se alimentaban calamares, sepias y pulpos e incluso llegaban a usar su cabeza para sacar a sus presas fuera del agua.

Bruno Díaz López explicaba entonces que "este tipo de observaciones son muy raras, puesto que estos animales no suelen alimentarse cerca de la superficie".