Las mafias de la droga están protagonizando una intensa actividad desde que se decretó, en el mes de marzo pasado, el confinamiento sanitario por causa de la pandemia de la Covid-19. Un ejemplo de ello es que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado han interceptado en las costas gallegas cerca de 10 toneladas de cocaína. La primera interceptación se registró en el confinamiento de marzo, cuando dos planeadoras intentaron introducir un cargamento por la ría de Arousa. Al verse descubiertas, una de ellas huyó hacia Barbanza, arrojando fardos de droga por la borda, mientras que la otra optó por refugiarse en el río Umia, donde acabó embarrancando y siendo capturados sus tripulantes. Fue la operación Lince, en la que se intervinieron 3.700 kilos de cocaína. Apenas un mes después, se desarrolló la operación Pantón o Donky, en la que se apresó el remolcador MV Karar, con 4.500 kilos de polvo blanco en sus bodegas. La última operación fue a finales de julio, cuando se interceptó el velero Nergha con 1.200 kilogramos de cocaína a bordo que también viajaban rumbo a Galicia en un aparente viaje de placer de dos parejas.

Lo ocurrido ayer guarda cierta similitud con los hechos de noviembre del pasado año, cuando la Guardia Civil interceptó un narcosubmarino en la ensenada de Cangas. En aquella ocasión, los narcos todavía no habían alijado la carga, aprehendiéndose más de 3.000 kilos de cocaína.