El primer sábado con las medidas dictadas por la Xunta para el ocio nocturno dejó calles totalmente vacías antes de la 1.00 de la madrugada, y un sinfín de locales destinados al ocio nocturno con sus puertas cerradas, ya que ni siquiera llegaron a abrirlas ante las perspectivas que se avecinan.

Era lo esperado en municipios como Cambados, A Illa o Vilagarcía, donde existe un número importante de locales de ocio nocturno que ven muy complicado su futuro. "Lo estamos pasando muy mal, porque no se nos plantean alternativas", explicaba ayer la propietaria del pub A Tropicana de A Illa, Ruth Lema, "y las pocas que se ofrecen, para nosotros son inviables".

Ellos forman parte de ese grupo de pubs que ha decidido cerrar, por el momento, de forma provisional, a la espera de como evolucionan los acontencimientos. El Tropicana cuenta con cinco trabajadores, una plantilla que se reforzó con respecto al invierno "para atender las terrazas ahora en verano", pero han tenido que ser enviados todos a un Expediente de Regulación Temporal de Emprego a la espera de que la situación mejore, aunque Lema se ha encontrado con que debe ser ella la que asuma gran parte de ese coste porque "no nos encontramos ya en alerta sanitaria, eso es un golpe durísimo para muchos establecimientos que desconocemos cuanto tiempo vamos a estar sin facturar".

Fue de las que decidió cerrar el pasado lunes, porque su local abría todos los días, pero a ella se han sumado estos días más establecimientos de ocio nocturno que centraban su actividad en el fin de semana. Plantear cuestiones como una licencia provisional para funcionar como bar es algo que desde la administración municipal se le ha negado, la única opción que se le ofrece es la de cambiar la licencia a café bar. Esa posibilidad resulta inviable para ella porque el local en el que se encuentra el Tropicana es demasiado antiguo, lo que obligaría a redactar un proyecto y a una inversión inmensa en caso de querer regresar a la actividad nocturna en el futuro, algo que "no podemos asumir". Lema reconoce que " "no es que yo cierre las puertas de mi negocio, es que me las cierran sin que pueda hacer nada".

Durante los meses que ha podido ejercer su actividad, Lema asegura que "hemos estado cumpliendo las normas sanitarias que se nos exigían y podemos funcionar como cualquier bar, con la única diferencia de la licencia, que a nosotros nos obliga a cerrar las puertas de manera provisional".

El colectivo Agtamar-Upta, que cuenta con un considerable número de afiliados del sector de la hostelería, advertía esta semana del "durísimo golpe que supone para los establecimientos de ocio nocturno estas medidas". De hecho, el colectivo alertaba de que muchos de estos cierres van a ser definitivos. Lo lógico para Upta es que los gobiernos locales permitiesen, de forma excepcional, adecuar los horarios de apertura para que pudiesen desarrollar su trabajo como el resto de negocios del ramo.