La villa del albariño despidió este fin de semana a uno de los últimos integrantes de una generación que convirtió el vino que da nombre a su pueblo en una referencia vitivinícola a nivel mundial, al ser de los primeros en comercializarlo. Gabriel Piñeiro Cordal tenía 88 años, gran parte de los cuales los pasó detrás de la barra del bar al que dio su apellido, situado en la céntrica calle Isabel II. En la década de los 50 era muy poco habitual encontrar vino albariño en los bares y tabernas de Cambados, algo impensable a día de hoy, pues está considerado como el mejor blanco del mundo. En aquella época se estilaba más la presencia y degustación del vino tinto "do país" o el recio blanco elaborado en Castilla.

Piñeiro fue de una generación que tuvo muy claro que el potencial que poseía el albariño era muy importante, y por ello apostó. Durante años, Piñeiro recorrió la comarca de O Salnés a lomos de su bicicleta para encontrar a los pocos viticultores que mantenían la elaboración de albariño. Siempre en pequeñas cantidades, Piñeiro iba adquiriendo diferentes producciones y animando a los bodegueros a que las ampliasen sin descuidar la calidad.

No fue el único hostelero que tuvo claro que el albariño tenía una gran potencialidad. Junto a él estuvieron el pionero Moncho Pintos, de casa "Germán", Benito Silva o Moncho Reboredo, todos ellos ya fallecidos, pero que consiguieron que, poco a poco, el albariño fuese conquistando los paladares de los cambadeses y, al mismo tiempo, que los agricultores decidiesen incrementar su producción en detrimento de otras variedades.

En tiempos en los que todavía no existía el Consello Regulador de Rías Baixas y en los que la única bodega que comercializaba el vino albariño a gran escala era Pazo de Fefiñáns, Piñeiro se atrevía a suministrar sus albariños a los principales restaurantes de Galicia.

El bar Piñeiro, al que Gabriel dedicó gran parte de su vida, cerró sus puertas en el año 2000, tras haberse convertido en parada obligatoria para todo aquel al que le gustase degustar una copa de albariño de la mejor calidad. Daba igual que se fuese de O Salnés o de otro punto de España, ya que tarde o temprano acabaría degustando el mejor caldo del mundo en una de las mesas del Piñeiro.

Por él pasaron miles de ciudadanos anónimos, pero también importantes personalidades, como fue el caso del cantante Juan Pardo. El de A Estrada visitaba el bar a diario a mediados de los años 70, mientras grababa los vídeos promocionales de su disco "Miña nai dos mares", basado en poemas de Cabanillas. También pasó por el Piñeiro Julio Iglesias, que no dudó en ofrecerle viajar hasta Miami. Tampoco faltaron los políticos nacionales e internacionales, como por ejemplo el presidente argentino Juan Domingo Perón, o el francés Charles de Gaulle, que salieron de Cambados maravillados por la calidad del albariño.

Piñeiro fue distinguido hasta en tres ocasiones con el primer premio de la Festa, un evento que él contribuyó a apoyar, formando en numerosas ocasiones como integrante del plantel de catadores que otorgaba el reconocimiento a los mejores vinos de cada cosecha.