Los campings, tanto habilitados para tiendas de campaña como para bungalós o caravanas -o con un mezcla de esos diferentes tipos de alojamiento- tratan de reponerse al "castigo" sufrido a causa del coronavirus. Algunos han perdido la parte principal de la campaña, aunque ahora confíen en que el verano les ayude a remontar el vuelo. Es el caso de camping Fieitás, en Balea (O Grove), donde dicen haber sufrido "un duro golpe económico" por el Covid-19, ya que alrededor del 80% de su volumen de negocio procede de los campamentos juveniles y/o escolares que desarrolla cada primavera y, a causa del confinamiento, no han podido celebrarse.

Carlos Fiuza Miranda, su propietario, explica que aprovecharon el parón para introducir importantes reformas y medidas de seguridad e higiene que ofrezcan "totales garantías" a sus clientes, por lo que "ahora solo falta que pierdan el miedo y se animen a alojarse con nosotros". Alude así a medidas excepcionales como la entrega de un kit especial de limpieza a los clientes o la colocación de unos semáforos que regulan el acceso y aforo de las duchas, "prácticamente personalizadas".

En el cámping Moreiras confirman las dificultades por las que atraviesa el sector y dicen estar actualmente a un 50% de ocupación con apenas un centenar de clientes alojados.

"Empiezan a aumentar las reservas, y se nota especialmente desde la finalización del estado de alarma, pero aún por debajo de los niveles del año anterior, por lo que veo que tardaremos en recuperarnos de los tres meses que permanecimos parados", indica Manuel Ochoa, propietario de este negocio asentado en Punta Moreiras (O Grove).

En otros negocios similares pronostican que en agosto estarán "a tope" y un mes de julio "aceptable", pero lamentan que "hay ingresos que no se van a recuperar ya, pase lo que pase".