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Los 'cruceiros' más exclusivos de Ribadumia

El historiador Hernando Martínez Chantada encuentra piezas únicas en el municipio

Detalle del Descendimiento de Jesús en Rabuñade. // Iñaki Abella

En el municipio de Ribadumia hay cerca de 40 "cruceiros" ubicados en terrenos públicos y visitables. Y algunos de ellos presentan características que los hacen casi únicos, según el historiador local Hernando Martínez Chantada.

Hace unos meses, mucho antes de que el Covid-19 rescatase del ostracismo todo lo referente al mundo rural, la concejala de Cultura de Ribadumia, Mar Rey, se dirigió a tres personas para proponerles un proyecto sobre los "cruceiros". Consistía en la publicación de un libro y la posterior creación de un "roteiro" por los monumentos, para disfrute de vecinos y visitantes.

Hernando Martínez Chantada se ocuparía de la investigación histórica y de la redacción del texto; José Abal sería el responsable de las fotografías; y Susana del Caño sería la autora de las ilustraciones. El primero de ellos, tras visitar todos los "cruceiros", ha comprobado que algunos de ellos presentan detalles muy raros en Galicia.

Cita en primer lugar el situado en el lugar de Rabuñade, en la parroquia de Ribadumia. Lo habitual en los cruceros populares gallegos es que en el reverso de la cruz se represente a la Virgen o a algún santo, mientras que la imagen predominante en el anverso es la de Jesús crucificado. No obstante, autores clásicos como Castelao, Fermín Bouza Brey o Clodio Fernández Pérez afirman que hay en Galicia dos "cruceiros" en los que la representación de la Crucifixión se sustituye por la del Descendimiento de Jesús. Son uno situado en Noia y el célebre de Hío (Cangas), aunque según Martínez Chantada hay un tercero, el de Rabuñade.

Aún más exclusivo sería uno localizado por el autor en el lugar de A Revolta, en la parroquia de Besomaño, en el que el "cruceiro" carece de cruz y en su lugar aparecen labrados dos ángeles levantando la Custodia. Martínez Chantada no tiene referencia de ningún otro con esta iconografía en Galicia.

Despertar la curiosidad

El historiador recuerda que en su día los "cruceiros" tuvieron una enorme relevancia religiosa y social. Colocados en encrucijadas de caminos, puentes o límites de jurisdicciones -ocupando los espacios dejados por piedras más antiguas-, eran lugares de encuentro, espacios donde hacían un pausa los cortejos fúnebres, y hasta escenarios de rituales de sanación. Hoy, sin embargo, "los 'cruceiros' no le importan a nadie, ni le dicen nada a los vecinos", en palabras de Hernando Martínez Chantada.

Por ello, destaca el valor del proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Ribadumia, pues considera que es necesario, "poner en valor" estos monumentos. "Hoy los 'cruceiros' carecen de valor, pero tampoco tienen valor los pazos o los castros, y en cambio están ahí. Los 'cruceiros' forman parte de nuestro patrimonio".

En su opinión, antes de verlos como un recurso turístico, hay que lograr que los vecinos los conozcan y aprecien. "Lo primero es despertar la curiosidad de los vecinos", cree.

Por ello, el libro no pretende ser una sesuda guía técnica o artística, sino que también aborda la historia del lugar, explica los topónimos o cuenta anécdotas de cada pieza. Del de Rabuñade, por ejemplo, se explica que lo mandó hacer en 1879 un labrador de la zona, Alberto Rivas.

Solo duró 20 años en su emplazamiento original, porque a finales del siglo XIX se construyó la carretera de Caldas a Noalla, una de las primeras que atravesaba O Salnés, y el "cruceiro" estorbaba, por lo que hubo que apartarlo. Bastantes décadas después hubo que cambiarlo de sitio de nuevo debido a las obras de ensanche de las aceras. "Muy pocos 'cruceiros' están en su sitio original". Pero los hay, y en Ribadumia también. Conocerlos puede ser este verano una buena excusa para hacer una escapada a ese ambiente rural que el coronavirus ha realzado más que años de publicidad institucional.

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