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Sin aplausos ni emociones ante una veintena de vecinos

La sesión de investidura fue fría y sin emociones. // Noé Parga

La de ayer no fue una sesión de investidura al uso. En el espacio del salón de plenos reservado al públicos solo había una veintena de vecinos -debido a las medidas preventivas de limitación de aforos relacionadas con el coronavirus-, así como un buen puñado de periodistas.

No se escucharon aplausos cuando el investido alcalde miró a todos con el bastón de mando en sus manos. Y las felicitaciones entre los contendientes fueron más bien escasas, limitándose, prácticamente, al saludo con el codo entre Iván Caamaño, el líder del PP, y Alberto García García, el flamante y veterano regidor socialista.

Tampoco fue una sesión al uso porque en cuanto terminó ya se escucharon las primeras amenazas políticas, proferidas por el exalcalde nacionalista Xoán Castaño, quien cuando el bastón de mando aún estaba caliente indicó que el Tribunal de Cuentas y otros órganos deberán revisar la gestión del que fue su predecesor y es, ahora, su sustituto, Alberto García García.

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