Ni siquiera el sector de la panadería, abierto al público en estos días, se salva a las consecuencias de un coronavirus cuyo fin sigue sin atisbarse. Los temores y las amenazas están cambiando hábitos y comportamientos en el consumo de la gran mayoría de lo que se hace al calor de los hornos.

En Vilagarcía, la panadería Alonso se ha querido anticipar a los acontecimientos y ofrecer a sus clientes la posibilidad de no renunciar a sus costumbres. Pocos son los ánimos para la celebración, pero la Semana Santa se acerca inexorable y por ello todo aquel que quiera contar con su rosca, su huevo o su mona de Pascua podrá hacerlo sin necesidad de salir de casa.

El panadero Carlos Rodríguez presenta esta iniciativa "como necesaria en ambos sentidos. Nosotros necesitamos del cliente más que nunca y entendemos que poder ayudar a mantener cierta normalidad dentro de lo difícil que está siendo todo también les puede ayudar".

Y de dificultades no está exento su sector. "La pastelería ha bajado casi a la nada. Las calles están vacías y hay mucha incertidumbre económica. Eso se hace notar en las ventas y también en la manera de comprar", apunta el vilagarciano.

El menor flujo de personas también va asociado a que "son muchos los que salen a comprar para vecinos y demás, pero también se venden más piezas grandes y mucha gente está empezando a congelar el pan para que le dure más días y no tener que salir a la calle a diario".

El optimismo se convierte estos días en un elemento casi tan difícil de ver como el fin del confinamiento. Carlos Rodríguez apela a su conocimiento de la situación para señalar que "veo una recuperación muy lenta, pero peor será si no arrimamos todos el hombro. Habrá que hacer todo lo posible para que el sistema no se pare. Hay que mirar con perspectiva y lo que menos podemos hacer es pararnos".