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Los científicos "peinan" 4.000 kilómetros en la costa gallega

El BDRI completa 400 horas de estudio de cetáceos en las Rías Baixas

El centro, asentado en O Grove, culmina otra exitosa temporada de avistamientos e investigación

Un delfín común y una de las embarcaciones del BDRI. BDRI

El Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares (BDRI), fundado en 2005, completa otra temporada de avistamientos e investigación plagada de éxitos. Ahora que las condiciones oceanográficas dificultan el desarrollo de su actividad hace balance, y explica que desde enero completó setenta jornadas de muestreo a bordo de sus embarcaciones tanto dentro de las rías como sobre la plataforma continental gallega.

Fueron 400 horas de navegación en las que se recorrió una distancia total de más de 4.000 kilómetros para estudiar tanto a los delfines mulares como a los comunes, al igual que a marsopas, calderones, ballenas y todo tipo de mamíferos marinos.

Bruno Díaz López, doctor en Ecología

Asentado en O Grove y dirigido por Bruno Díaz López, doctor en Ecología por la Universidad de Burdeos, el BDRI pudo aportar así destacadas conclusiones científicas tendentes a conocer mejor a las especies y evaluar el estado del medio marino, en este caso haciendo especial hincapié en la creciente contaminación del mismo a causa de los plásticos.

Como también pudo desarrollar una intensa labor divulgativa y formativa, acogiendo durante meses a estudiantes llegados de todo el mundo que acompañaron tanto a Bruno Días como a otros científicos en las expediciones llevadas a cabo por mar y en los trabajos de observación e identificación efectuados en tierra firme.

Los proyectos desarrollados contaron con la autorización y el respaldo del Ministerio para la Transición Ecológica, propiciando así la observación de cetáceos "con fines científicos y educativos", explica el propio Bruno Díaz.

El resumen del trabajo realizado este año

Puestos a analizar el trabajo efectuado por el BDRI (Bottlenose Dolphin Research Institute) a lo largo del presente ejercicio, puede recordarse que lo iniciaba alertando sobre la presencia de microplásticos y todo tipo de productos contaminantes en las aguas gallegas, dejando constancia de que constituyen una amenaza para los mamíferos marinos, las aves, la pesca y el propio causante de la situación, el ser humano.

Este centro de investigación y formación académica dedicado al estudio de la ecología y comportamiento de los cetáceos en las Rías Baixas también también la temporada con una nueva publicación científica, en este caso dando a conocer en la publicación especializada en zoología y comportamiento animal "Behavioural Ecology" un trabajo que analizaba el impacto del hombre en los delfines.

En dicha publicación, Bruno Díaz reflexionaba sobre la presencia de los mamíferos marinos entre los humanos e incidía en "cómo estamos arruinando la sociedad de los delfines".Un sistema social complejo

En su informe, el biólogo ferrolano asentado en O Grove daba cuenta de que "los delfines tienen un sistema social complejo, muy parecido al de los humanos". Y llegaba a esta conclusión tras "estudiar por primera vez los efectos del hombre en la vida social de los delfines mulares, una especie conocida por su inteligencia y un sistema social equiparable en muchos casos con los primates".

Resumía así "una década dedicada al estudio del comportamiento de los delfines mulares en el Mediterráneo, observando cómo la pesca y la acuicultura pueden provocar una disminución de las relaciones sociales como resultado de un aumento de la competición entre individuos en un sistema social tan complejo como el de estos animales".

Estudiantes de todo el mundo

También en enero, ante el comienzo de una nueva temporada de observación, Bruno Díaz daba cuenta de que en la misma iban a participar jóvenes estudiantes llegados de Inglaterra, Canadá, Francia, Cuba y Portugal, entre otros países.

"La importancia del trabajo científico que llevamos a cabo en el BDRI, avalado por las numerosas e importantes publicaciones de carácter científico, hacen que Universidades de todo el mundo inviten a sus estudiantes a viajar hasta O Grove para formarse de forma directa en el trabajo de investigación y estudio de mamíferos y aves marinas", explicaba Bruno Díaz.

El objetivo iba a ser, un año más, apostar por la pervivencia de delfines, ballenas y marsopas "a partir de su mejor conocimiento", siendo para ello esencial "el estudio de la ecología y comportamiento" de tales especies.

Pronto comenzó el trabajo científico con el que complementar otros estudios previos del propio Bruno Díaz y su equipo en los que se demuestra que delfines y pesca artesanal pueden convivir en la misma ría, "siendo la verdadera amenaza del medio marino la que proviene del cambio climático y la contaminación".

De este modo se ampliaba el estudio que evalúa el proceder de los delfines en el entorno de las bateas de cultivo de ostra y mejillón de la ría de Arousa, en el cual se explica que estos viveros flotantes son algo así como una gran despensa en la cual los arroaces encuentran alimento con mayor comodidad.

Al profundizar en esa línea de investigación, que había iniciado en otras partes del mundo, el BDRI insistía en las posibilidades de entendimiento entre los delfines y la actividad pesquera del ser humano, intentando así que sus conclusiones "puedan servir como un importante recurso para la adecuada gestión de la pesca tradicional al tiempo que se conservan el medio marino y las especies que lo habitan, teniendo siempre presente que nuestras aguas están seriamente amenazadas por la contaminación y el cambio climático".

Seguimiento de las nutrias

En febrero se dio a conocer que el BDRI no solo estudiaba a los grandes mamíferos marinos, sino que también seguía la pista, desde un año antes, a una población de nutrias. Más concretamente a ejemplares localizados en O Grove, entre ellos alguno que se paseaba por el puerto entre coches, peatones y aparejos.

Se aclaró entonces que había nutrias en A Toxa y el entorno de Rons y Moreiras, entre otros puntos de la ría de Arousa. Y lo que pretendía el BDRI era estudiar el comportamiento de esta especie en el medio marino, "ya que se sabe muy poco de ellas, puesto que siempre han sido estudiadas en los cauces fluviales que suelen habitar".

Bruno Díaz López, que una y otra vez intenta que la sociedad se conciencie "de la enorme riqueza que tenemos en nuestras aguas", indicaba días después que al menos tres de las cinco crías de arroaz nacidas en verano de 2018 en la ría de Arousa se encontraban bien de salud y seguían creciendo y divirtiéndose junto a sus madres.

Nuevas crías en la ría

"Tras varios días de trabajo de campo realmente fructíferos, hemos podido confirmar el buen estado de salud de esas crías", indicaba el director del BDRI, antes de pedir cautela, ya que la tasa de mortalidad infantil registrada durante los primeros meses de vida de los delfines que se ha observado en los últimos años en Galicia "es elevada".

Ya en abril, aseveraba que "una inadecuada gestión de las actividades pesqueras, en particular de la pesca de arrastre, puede causar un declive dramático" del delfín común. Y hacía esta reflexión en base a los datos recogidos en 273 salidas de observación realizadas a bordo de sus naves durante 38 meses, entre los años 2014 y 2017.

Ese trabajo científico, con más de 9.500 kilómetros de recorrido en las Rías Baixas hasta entones y más de mil horas de observación reales, propició el avistamiento, entre otras especies, de casi un centenar de grupos de delfines comunes, con un total de 4.963 ejemplares.

Estos avistamientos, con ayuda de un procedimiento tan importante como el de fotoidentificación, permitió estudiar "los factores oceanográficos, topográficos y biológicos que condicionan la presencia y dimensión de los grupos de delfines comunes en nuestras aguas; así como el grado de interacción entre actividades pesqueras como el arrastre, cerco y pesca de enmalle para medir el nivel de vulnerabilidad de la especie".

Vulnerabilidad

Y la conclusión fue que existe "un nivel preocupante de vulnerabilidad ante las capturas accidentales de delfines entre pesca de arrastre; siendo éste un indicador relevante que hace necesario modificar las medidas de gestión y manejo de la actividad pesquera para favorecer una actividad más sostenible que garantice la pervivencia de la especie en nuestras aguas".

También en abril, antes de que las ballenas regresaran a la costa gallega, el BDRI alertó de los efectos del cambio climático para los grandes cetáceos. Especialmente en el caso de "tres de las especies en peligro de extinción en nuestro planeta, como son la ballena azul, el rorcual común y el rorcual norteño".

Explicaba el doctor en Ecología al frente de este centro formativo grovense que son "animales seriamente amenazados por el cambio climático en aguas españolas".

A mayor abundamiento, publicaba un informe científico en la revista especializada "Ecological Indicators" en el cual aportaba datos "de relevancia internacional", tras comparar los avistamientos realizados en 2016 y 2017, cuando en 32 salidas al mar para recorrer 3.000 kilómetros entre Fisterra y las islas Cíes estudiando la distribución de las ballenas fue posible localizar 54 ejemplares de las tres especies antes citadas.

De este modo trataba de explicar "por qué antes no se veían ballenas en nuestras aguas y ahora sí". Algo que tiene que ver con "la temperatura del agua" y el afloramiento de nutrientes, "pues hay estudios científicos muy interesantes que indican que puede estar afectando a especies como la sardina, cuya presencia ha disminuido de manera notable, y lógicamente esa tendencia a la baja también se producirá en el caso de animales tan carismáticos como la ballena azul".

Esta y otras especies "vienen a alimentarse en zonas próximas a la costa debido a la presencia de una especie de crustáceo de la orden Euphausiacea (Meganyctiphanes norvegica) también conocido como krill del norte, que se concentra en determinadas zonas debido a los fenómenos de afloramiento costero y que se confirma como su fuente principal de alimento", detallaba.

El trabajo del BDRI continuaba, de tal forma que, en mayo, en su primera salida de la temporada a aguas exteriores de las rías, permitió el descubrimiento de "multitud de delfines comunes y listados, marsopas y muchas aves marinas, pero también la localización del primer cachalote del año".

Dlefines acróbatas

Fruto de aquellos avistamientos se insistía en que "los delfines mulares gallegos son más acróbatas que los del Mediterráneo", recalcando el director del BDRI que sus saltos "se deben tanto a la emoción que pueden sentir como a la socialización, la alimentación e incluso para tener una mirada más clara sobre el nivel del mar".

Tras aquella salida, en la que se procedía, también, a la localización de varias crías nacidas en los dos veranos previos, llegó la localización de delfines comunes con melanismo, es decir, con un exceso de pigmentación oscura que se traduce en un ennegrecimiento de su piel.

Un grupo inusualmente grande y nutrias en A Barrosa

Coincidiendo con otra de las expediciones efectuadas en mayo se registraron dos hechos de singular importancia, como fueron el avistamiento de un grupo inusualmente grande de delfines mulares, con nada menos que 150 ejemplares, cuando lo habitual es que las concentraciones de esta especie se limiten a entre 8 y 15 individuos, y el descubrimiento de una familia de nutrias, compuesta por cuatro ejemplares, nadando y disfrutando tranquilamente del entorno de la playa de A Barrosa, en San Vicente.

Ya en verano, con motivo de la polémica generada después de que los marineros denunciaran que los delfines rompían sus aparejos, el BDRI saltó a la palestra para decir que la pretendida utilización de artefactos con los que "espantar" a los cetáceos para evitar que ataquen los bancos de peces cuando están en las redes, o a punto de caer en ellas, son "tan inútiles como peligrosos para el medio marino, además de especialmente dañinos para especies amenazadas como la marsopa".

A su juicio, "el uso de estos repelentes acústicos genera falsas expectativas que no benefician a los pescadores ni a la biodiversidad marina".

Días después el doctor en Ecología por la Universidad de Burdeos que dirige el centro de investigación aludido se posicionaba en contra "de que se viertan en la boca de la ría de Arousa lodos procedentes de los dragados del río Lérez", argumentando que "ante la situación preocupante de nuestros ecosistemas marinos y especies de alto valor ecológico amenazadas por la contaminación y cambio climático se debería buscar una alternativa que evite tirar estos sedimentos en el mar".

Un verano intenso

En agosto se vivía uno de los episodios más destacados de la temporada, pues el BDRI localizaba y documentaba durante cuatro horas un movimiento migratorio grupal del rorcual común (Balaenoptera physalus), también llamado ballena de aleta y considerado el segundo animal más grande del planeta, solo superado por la ballena azul.

El doctor Díaz explicó entonces que aquello era todo un acontecimiento, "ya que los rorcuales comunes raramente se observan viajando en grupo cerca de la costa; son animales que generalmente se desplazan en solitario".

Coincidiendo en el tiempo con aquello fue localizado un grupo de marsopas, el cetáceo más pequeño que habita en Galicia. Un animal "de comportamiento escurridizo y tímido" difícil de estudiar".

Díaz detallaba que "queda mucho por conocer acerca de su biología general y ecología de estos animales que se enfrentan a varias amenazas provenientes de las actividades humanas, incluyendo la captura accidental en artes de pesca, sobrepesca de su alimento, perturbaciones del tráfico marítimo y la contaminación marina".

Aquel mismo mes volvía a la carga a causa de la contaminación del medio marino e insistía en la necesidad de acabar con los plásticos, apelando a la concienciación de la sociedad para que reduzca su uso y evite dejarlos tirados en cualquier parte. "Puedes ayudar a los delfines y ballenas desde cualquier lugar, y si todos recogemos algunas piezas de plástico cuando paseamos por la playa o el bosque podríamos ayudar al medio ambiente", afirmaba antes de denunciar que "los plásticos en nuestro océano, playas y ríos son una amenaza".

Colaboración con el Concello

Por estos y otros motivos, unos días después se daba cuenta del acuerdo de colaboración que buscaban el Instituto para el Estudio de los Delfines Mulares y el Ayuntamiento de O Grove, tendente a impulsar un convenio mediante el que divulgar los valores del medio marino, alertar sobre las amenazas a las que se expone y dar a conocer la importancia de las especies que lo habitan.

El gobierno del socialista José Cacabelos "el impulso de proyectos de ámbito internacional que podamos liderar desde O Grove tendentes a propiciar la conservación de las especies y la mejora de la ría de Arousa, para lograr un mejor conocimiento y estudio de estas aguas y las especies que las pueblan".

El regidor coincidía con Bruno Díaz López al decir que "cuanto más y mejor se conoce el medio que nos rodea más posibilidades hay de que sea respetado y protegido por el conjunto de la población".

En septiembre se daba a conocer un nuevo trabajo científico divulgado por el BDRI y recogido por la Universidad de Oxford en la revista especializada "Behavioral Ecology". Se presentó como "uno de los estudios más importantes que se han llevado a cabo sobre el sistema social de los delfines a nivel internacional".

En el mismo se detallaba que los delfines que utilizan las bateas de mejillón como despensa, porque encuentran en ellas comida fácil, presentan un comportamiento social menos activo que los demás.Se explicaba entonces que tanto si es debido a una especie de sentimiento de la propiedad como, sobre todo, a que no necesitan ayuda de otros miembros de su misma familia para pescar,

esos mamíferos marinos limitan de manera notable sus relaciones con los demás ejemplares de la especie, aunque sin perder contacto del todo.

Cuatro años con la bióloga francesa Séverine Methion

Aquel trabajo fue el resultado de cuatro años de estudios en Galicia liderados por la bióloga francesa Séverine Methion dentro de su doctorado para la Universidad de Burdeos. En el mismo, con Bruno Díaz como coautor, se identificó y estudió a 171 delfines mulares que vivieron entre 2014 y 2018 en la ría de Arousa, permitiendo que la comunidad científica estudiara en detalle su comportamiento y el papel que desempeñan en las redes sociales de estos mamíferos marinos.

"Los delfines no integran grupos fijos, sino que disponen de amplias y complejas estructuras y redes sociales en las que, como sucede a cualquier persona con Facebook, por ejemplo, cada delfín puede tener multitud de amigos, aunque mantendrá más relación con unos que con otros", apuntaba Bruno Díaz.

Por eso "a unos delfines les gusta más que a otros comer entre bateas, y aquellos que lo hacen se convierten en menos sociales que los demás, quizás porque acceden al alimento más fácilmente y no necesitan ayuda".

En cierto "se vuelven más egoístas y menos sociales porque al alimentarse entre las bateas no tienen que colaborar con otros amigos y prefieren estar solos o con poca compañía", apostilla el biólogo.

La guardería de los cetáceos

Pocos días después, y de nuevo a través de FARO DE VIGO, confirmaba que los delfines, y sobre todo los mulares (arroaces), se encuentran a gusto en las Rías Baixas, especialmente en Arousa. Como prueba de ellos aludía a la presencia de crías que nacen y empiezan a desarrollarse en esta ría.

Pero también hacía hincapié en que estos mamíferos marinos consideran las aguas arousanas una especie de guardería, en la que algunas de las madres son huéspedes permanentes y ya han amamantado a sus retoños tras diferentes partos.

En los días previos los investigadores habían descubierto nuevos cachorros, en este caso nadando junto a hembras adultas que ya están "fichadas" desde hace un lustro gracias a las técnicas de fotoidentificación, que analizan las aletas, las marcas de la piel y otros rasgos característicos de cada ejemplar.

Delfín de Risso

Al hacer balance del trabajo realizado puede destacarse, igualmente, que el mes pasado se conocía otra buena noticia que volvía a poner de manifiesto la riqueza natural de las Rías Baixas. Los investigadores y estudiantes del BDRI habían logrado filmar mientras se alimentaban de cefalópodos en la ría varios calderones grises (Grampus griseus), una especie también conocida como delfín de Risso o arroaz boto que es propia de las aguas profundas tropicales y templadas de los océanos Atlántico, Índico, Pacífico y Antártico.

Como se dijo entonces, aquellas imágenes demostraban que los calamares y el pulpo agradan a estos mamíferos marinos.

En relación con este avistamiento días después se supo que la fotoidentificación había permitido certificar que uno de los ejemplares ya había sido "fichado" el año pasado.

Esto permite concluir que esta especie también tiene querencia por las aguas gallegas y puede acudir a ellas con periodicidad, siendo éste "el primer reavistamiento de un calderón gris en aguas de Galicia en años diferentes".

Aunque habría que añadir otras muchas actividades, y no pocos acontecimientos, relacionadas con el trabajo del BDRI en el presente año, con las expuestas hasta aquí bien podría resumirse su labor ahora que la campaña científica ha finalizado.

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