"A mí me llevó siete años subir al Everest, y ahora hay agencias que te llevan a la cima aunque pases de los 60 años y no tengas ni experiencia en montaña ni estés en buena forma física. Lo único que necesitas es dinero", cuenta Chus Lago. El resultado de esta popularización del "techo del mundo" es que en lo que va de primavera ya han muerto diez personas en las proximidades de su cumbre. Una cifra que para algunos expertos podría estar relacionada con las fotografías que han conmocionado a la opinión pública, con colas de hasta dos horas para subir al pico de la montaña.

A más de 8.000 metros, sin apenas oxígeno, un frío extremo y el riesgo latente de que se desencadene una tormenta en cualquier momento, el riesgo de morir es muy elevado. Por eso, Chus Lago carga contra la banalización de las escaladas al Everest. "En la montaña, uno se puede morir por muchas cosas. Porque le ha sorprendido una avalancha, por una caída... Pero en el Everest la gente se está muriendo por nada. Está de pie y de repente muere". La montañera recuerda que un profesional tarda años en atreverse a hollar la cima de un 8.000.

Antes, afronta un lento proceso de aprendizaje y de aclimatación a la alta montaña. En cambio, muchos turistas se atreven con el desafío por el atajo más corto. "Subir sin experiencia ya es una inconsciencia, pero esa fila que se veía en las fotos lo es aún más. Si en ese momento empezase a soplar el viento, a lo peor estábamos hablando de 200 muertos". Avisa también de que una persona que sufra un edema o un accidente, estará posiblemente condenada. "Ahí arriba todo el mundo va al límite. Lo único que podrán hacer por ti es darte una medicación y animarte a caminar. Nada más". De hecho, ni siquiera es posible bajar de allí todos los cadáveres.

Además, para Lago subir de la mano de una agencia es una experiencia vacía. "El cliente sube con oxígeno en todo momento y no toma ni una sola decisión. ¿Para qué va? Es como escribir un libro uno mismo o que te lo escriban y limitarse a firmarlo".