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Las secuelas que sufren las redeiras

Túnel carpiano, neumonías o artrosis son solo algunas de las enfermedades habituales que sufre un sector al que se le niega el reconocimiento en los coeficientes reductores

Redeiras de Cambados trabajando ayer en la nave que utilizan en las reparaciones, situada en Tragove. // Noé Parga

Artrosis, túnel carpiano, neumonías, quemaduras del sol, ... Son solo algunas de las enfermedades laborales que puede sufrir una redeira a lo largo de su vida en un trabajo que no tiene nada de sencillo. Recientemente, este colectivo, que en Cambados cuenta tan solo con una decena de integrantes, ha sufrido otro varapalo, el de no reconocerle el coeficiente reductor, condenándolas a una vida laboral sin posibilidad de adelantar la jubilación, algo que sí ocurre con otros oficios relacionados con el mar.

Lourdes Charlín y María Costa son dos de estas trabajadoras que sufren a diario los efectos de un trabajo que resulta muy duro y que se está quedando sin relevo generacional. Aunque existe una nave para las redes, lo cierto es que la mayor parte de su trabajo "se realiza a la intemperie, a pie de muelle, a la lluvia, con frío y en condiciones muy duras, porque los aparejos hay que repararlos lo antes posible para que puedan regresar al mar", explica la primera de ellas. Pese a esa dureza, Charlín reconoce que "es muy bonito, por eso es una lástima que no exista relevo generacional, y mucha de esa situación es porque nuestras condiciones laborales son peores que las de otros oficios vinculados al mar".

Costa coincide con su compañera a la hora de describir los peligros que se ciernen sobre ellas. "Estar sentadas durante horas a ras de un suelo con humedad acaba afectándote, con muchos problemas de espalda, sin contar que casi todas hemos sido operadas o padecemos de lo que se conoce como túnel carpiano", una dolencia que deja sin fuerzas las manos y que resulta sumamente dolorosa.

Las visitas al fisioterapeuta son prácticamente diarias y "se nos condena a trabajar hasta los 65 años de edad, mostrando un severo desconocimiento de lo que es nuestro trabajo", explica Costa.

Por si la dureza de su oficio no fuese suficiente, las redeiras se encuentran con una cotización de IRPF que se lleva gran parte de lo que consiguen ganar. "Estamos consideradas como profesionales liberales, por lo que tenemos un IRPF muy alto, algo que es muy difícil de entender porque nuestros ingresos no son los de un abogado, un médico o un arquitecto, sino que se encuentran muy por debajo de esas cifras".

Todas estas circunstancia convierten el oficio de redeira en el paradigma de la discriminación que sufre la mujer en el ámbito laboral.

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