Las familias con un niño con necesidades educativas especiales tienen derecho a una beca de 862 euros al año, que da la Xunta, siempre y cuando no superen un determinado umbral de ingresos. Si, además, un tribunal médico otorga al menor un grado de discapacidad igual o inferior a un 33 por ciento, recibirá del Estado 1.000 euros al año, repartidos en 250 euros trimestrales. ¿Son estas ayudas públicas suficientes para garantizar una buena escolarización y un apoyo terapéutico adecuado a un niño diagnosticado de autismo? Según Cuca da Silva, profesora y presidenta de la asociación Por Dereito, "los recursos públicos que están a disposición de las familias son totalmente insuficientes".

La semana pasada, el presidente del PP español, Pablo Casado, visitó Pontevedra para participar en un acto político, y durante su paseo por la ciudad, una mujer se acercó a él y al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y les espetó que sin dinero, un niño con autismo no puede salir adelante.

Para Cuca da Silva, esta vecina está en lo cierto, porque el autismo es un trastorno neurológico grave, que a menudo obliga a las familias a desembolsar grandes cantidades de dinero para terapias en gabinetes de psicología o logopedia y en clases particulares. "Hay que mejorar en todo, empezando por el diagnóstico", plantea la presidenta de Por Dereito, una asociación que lleva tiempo trabajando para visibilizar la problemática de las personas con autismo.

Argumenta que existen entidades privadas que realizan las valoraciones de los niños para un posterior diagnóstico, pero que eso tiene un coste para las familias que ronda los 500 euros, y que no cubre ninguna administración pública. Según Cuca da Silva, también fallan los siguientes eslabones, que son los servicios de atención temprana y el apoyo educativo en los colegios. "La atención temprana hasta los seis años sí está cubierta, pero no es especializada. En cuanto a los colegios, no tienen recursos suficientes por los recortes que ha habido en profesorado, por lo que ofrecen un servicio cada vez menos personalizado".

Precisamente, una de las respuestas que Pablo Casado le dio a la mujer de Pontevedra que les interpeló fue que existían equipos de Orientación en los colegios, pero Cuca da Silva responde que "dos horas de apoyo a la semana para un niño con TEA (Trastorno del Espectro Autista) son insuficientes".

Así las cosas, la presidenta de Por Dereito argumenta que muchos padres optan por llevar a sus hijos a gabinetes especializados, para que les echen una mano desde los campos de la psicología o la logopedia. "Pero eso tiene un coste que puede pasar de los 300 euros al mes", prosigue Da Silva.

Por ello, las ayudas públicas son la tabla de salvación a la que pueden agarrarse muchas familias. Pero no son universales. En el caso de un menor, la familia puede recibir una ayuda anual de unos 1.800 euros, siempre y cuando no exceda un determinado umbral de renta. Las becas de la Xunta para niños con necesidades educativas especiales, por ejemplo, se conceden cuando una unidad familiar de tres miembros no ingrese más de 25.534 euros netos anuales.

Para la presidenta de Por Dereito, la Xunta se escuda a menudo en que los niños con autismo ya reciben apoyos en el colegio para no ser más generosa con las becas, pero eso esconde una media verdad. "Esos apoyos ni son suficientes ni son especializados".

Contra la picaresca

La representante de otra asociación de O Salnés que ha pedido mantenerse en el anonimato ha apuntado también a la otra cara de la moneda: la existencia de familias que hacen un mal uso del dinero de las ayudas, porque las cobran, pero no llevan a sus hijos a terapia o a clases de refuerzo. Por ello, aboga porque se haga un mayor control de las asignaciones para evitar la picaresca.

Porque también ella considera que si la sociedad quiere de verdad ayudar a los niños con autismo a salir adelante, sus familias necesitarán más ayudas y recursos.