Las jornadas de exaltación de la carne de buey rubio autóctono, así como la posibilidad de saborear la mejor ternera gallega con Indicación Geográfica Protegida, han convertido a la pulpería asador Ruedo, en Vilagarcía, en uno de los templos gastronómicos de la comarca. Y no solo eso, sino que su oferta culinaria y el trabajo promocional desplegado por su propietario, Óscar Caseiro, hacen de este negocio un reclamo turístico al que llegan comensales desde Vigo, Pontevedra y otras ciudades de Galicia, así como de diferentes puntos de la comarca de O Salnés y de Arousa Norte.

Prueba de ello es lo sucedido tanto el viernes como el sábado, con cientos de clientes sentados a la mesa, tanto en el almuerzo como durante la cena, por lo que es recomendable reservar con antelación.Cerca de la estación de tren y de la playa

Su ubicación estratégica, a pie de playa, en el centro urbano vilagarciano y a escasos metros de la estación de ferrocarril también ayuda. Algunos clientes llegados desde la ciudad olívica explicaban el sábado que habían llegado en tren pasar pasar la soleada tarde en la ciudad, cenar en el Ruedo y después “salir de copas” antes de regresar a sus casas en el primer tren de la mañana, “evitando así los inconvenientes de salir de fiesta cuando viajas en coche”.

Otros, en este caso llegados desde la comarca vecina de Barbanza (Arousa Norte), habían aprovechado la tarde “para pasear por Vilagarcía y hacer unas compras antes de ir a cenar unos buenos chuletones”.

Con estos y otros argumentos ofrecidos por los clientes parece quedar demostrado, y el propio Óscar Caseiro Prado así lo confirma, que las jornadas de degustación de buey rubio gallego selecto, igualmente con una Indicación Geográfica Protegida que certifica que cumple todos los requisitos en cuanto a procedencia y alimentación de la res, han sido un éxito.Solo 48 reses el año pasado

Se trata de “una carne tan preciada como escasa, ya que en el año 2018 solo se sacrificaron en Galicia 48 ejemplares de esta res de vacuno certificada, de la cual cerca del 90 por ciento se vende fuera del territorio gallego”, explican en el propio asador vilagarciano.

Y lo hacen después de que su propietario se desplazara personalmente a la empresa Gallaecia Delicatessen, uno de sus proveedores habituales, para seleccionar los dos lomos de buey que consiguió en la subasta realizada en la localidad lucense de Bóveda.

De este modo Caseiro incorporó a su carta, donde también tienen cabida otras preciadas carnes, como la de vaca cachena, unos 160 kilos de buey rubio gallego que, una vez efectuado el despiece y corte, fueron servidos en chuletones con un peso mínimo de 1,4 kilos.

Ante algunos de esos chuletones, ya listos para poner a la mesa, el propietario del asador Ruedo explicaba a FARO que con estas jornadas pretende dar respuesta a la demanda de los clientes, quienes además de disfrutar de la ternera gallega o de la vaca cachena habían mostrado interés por degustar la carne del buey autóctono, lo cual se ha traducido en numerosas reservas y un lleno absoluto del establecimiento, para el que ya se planea una ampliación.Promoción de la localidad

Al tiempo que resalta que “las carnes con categoría selección tienen un sabor único, unas propiedades nutritivas espectaculares y un característico color amarillo intenso de la grasa”, Caseiro dice confiar en que el tirón ejercido por la oferta gastronómica de su negocio, y con ello jornadas especiales de exaltación como las de ternera y buey, contribuyan a promocionar a la localidad y a atraer visitantes.

Y a juzgar por lo sucedido con la promoción del buey gallego y otras campañas anteriores parece haberlo logrado.Labor de divulgación de las IGPs gallegas

El gerente de esta pulpería asador también aspira a realizar una labor divulgativa con la que dar a conocer la importancia de la materia prima gallega, siendo ésta la razón de que en este remozado restaurante de la avenida Rosalía de Castro pueda encontrarse todo tipo de información alusiva a las diferentes especies de vacuno.

De este modo se explica al comensal, y Óscar Caseiro y su equipo contribuyen a ello, que el hecho de acceder a carnes con el sello de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Ternera Gallega es sinónimo de calidad, pues de acuerdo con lo establecido en la legislación vigente se garantiza el control de cada animal desde su nacimiento hasta que llega al plato, pasando por su crianza, alimentación, cuidados sanitarios y su sacrificio.

En Ternera Gallega, por ejemplo, explican que “la alimentación de los terneros se basa en la leche materna, forrajes y concentrados procedentes de vegetales y exentos de cualquier subproducto animal o sustancia prohibida”.

Y del mismo modo que se garantiza la trazabilidad del producto, también para asegurar al consumidor que esta carne tiene “la máxima calidad y garantía”, los terneros se sacrifican con menos de 10 meses de edad.

En la IGP Ternera Gallega explican que “su carne destaca por su color rosa claro o rojo suave, infiltración grasa de color blanco nacarado, aspecto magro, textura suave y agradable sabor”, resultando “una carne extraordinariamente tierna, jugosa y suculenta una vez madurada y bien cocinada”.

Al margen de esta IGP, que inició su andadura en 1989 para fomentar una carne “para paladares exquisitos y exigentes que buscan sensaciones únicas y especiales en el vacuno”, hay que destacar el papel que desde 2017 desempeña la Indicación Geográfica Protegida Vaca Gallega / Buey Gallego.

En este caso certifica el origen y trazabilidad de la carne de vacuno mayor, garantizando carne de “un vacuno exclusivo, nacido, criado, cebado y sacrificado en nuestra comunidad”.

Esto ampara a razas como la Rubia Gallega, Morenas Gallegas (Cachena, Caldelana, Frieiresa, Limiana y Vianesa), Asturiana de los Valles, Limusina, Rubia de Arquitania, Frisona y Pardo Alpina.

Los animales “superan estrictos programas de control y cumplen el reglamento establecido, certificando así la garantía del producto”.

Esto supone “controlar el proceso del animal desde su inscripción, supervisando su crianza y cuidando su alimentación, a base de forrajes y concentrados vegetales”. Pero también implica “supervisar los cuidados sanitarios y el bienestar de las reses, así como su sacrificio y la presentación en el punto de venta, donde el producto está perfectamente identificado con las contraetiquetas expedidas por el Consejo Regulador”, como puede comprobarse en el asador Ruedo.