La oruga del pino, o procesionaria, no solía hacer acto de presencia en zonas templadas como O Salnés hasta finales de febrero o marzo. Pero este año ya se está viendo desde enero. Tanto es así que la Clínica Veterinaria San Miguel, en Vilanova, alertaba a través de su Facebook del peligro que esta especie puede tener para las mascotas. Un peligro real, pues pueden llegar a matarlas. Pero también suponen un riesgo para las personas, a las que pueden causar reacciones cutáneas de cierta gravedad.

La procesionaria ( Thaumatopea pytocampa) es una oruga que cría en las ramas de pinos, abetos o cedros. Es conocida como procesionaria porque cuando baja de los árboles para enterrarse y formar las crisálidas de las que saldrán las mariposas en verano, se desplaza en grupo y formando hileras. Sus cuerpos están recubiertos de unos pelos muy finos que contienen una sustancia tóxica, que puede hacer daño tanto a los animales como a las personas.

En lo que va de invierno, ya se han visto nidos o grupos de procesionaria en el parque de O Carreirón (A Illa), el Monte Central de A Toxa, en O Grove, y O Terrón, en Vilanova, entre otros lugares. Algunos ciudadanos han pedido que se señalicen las zonas donde haya procesionaria, o al menos aquellas donde haya mayor tránsito de mascotas o donde se reúnan los niños.

Un ejemplo de ello es el Monte Central de A Toxa, donde se encuentra el parque infantil de la Aldea Grobit, y donde esta semana fue fotografiada una importante población del lepidóptero. A raíz de las quejas que los ciudadanos canalizaron a través de internet, el Ayuntamiento procedió durante la mañana de ayer a colocar unas señales de aviso en la zona, para que las personas que no estén al tanto de la presencia de la oruga tengan cuidado, sobre todo si van con niños o están paseando su mascota.

Urticarias en personas

En países como Alemania, cuando se detecta la presencia de la plaga, se colocan señales de advertencia en las zonas afectadas, e incluso anuncios en prensa. Pero en Galicia no se hace de forma habitual.

La concejala de Medio Ambiente de A Illa, Gabrielle Von Hundelhausen, que es precisamente alemana, sostiene que en Galicia no es frecuente ver ese tipo de señalización, "porque la presencia de la oruga es tan general en el territorio que se trata de una plaga naturalizada", y con la que la mayoría de la gente ha aprendido a convivir, evitándola en la medida de lo posible.

Eso sí, la edil deja claro que la procesionaria, "es un problema, también para las personas, y para las familias con niños", y que lo que prima para evitar un susto es el sentido común. "Hay que estar pendientes de los niños para que no se acerquen a los nidos o a las orugas, y a los perros tenerlos siempre a la vista o con la correa puesta".

Fernando Padín, que es médico de Atención Primaria en A Illa, explica que "todos los años se ve algún caso de pacientes afectados" por la toxina de la procesionaria. La gravedad del caso es muy variable, según "la sensibilidad de cada persona", de modo que puede ir desde una urticaria, "prácticamente imperceptible", hasta casos más severos con reacciones alérgicas en forma de eritemas y exantemas, que son procesos en los que la piel presenta un súbito enrojecimiento o erupciones. En cualquier caso, el médico dice que "lo más probable es que la persona afectada acabe acudiendo al centro asistencial".

Animales de compañía

Pero las reacciones adversas pueden ser mucho más graves en los animales, sobre todo en los perros. Cuando durante un paseo, un can encuentra un nido de procesionaria (bolsas de color blanquecino colgadas de las ramas del árbol), o una hilera de la oruga en el suelo, lo habitual es que se acerque a olisquear y ver de qué se trata.

En ese momento, la procesionaria libera a modo de defensa sus pelos urticantes, que se clavan como arpones en la piel del animal, inoculándole su veneno. El hocico es la parte normalmente más afectada. "Esta semana ya hemos tratados dos casos", explica Estíbaliz Yarza, que es veterinaria en la clínica San Miguel, una de las primeras en alertar este invierno de la presencia de la plaga.

"Antiguamente, había una estacionalidad clara en la llegada de los parásitos. Ahora ya no, y podemos encontrarlos prácticamente en cualquier momento. Con la procesionaria pasa lo mismo, que antes no aparecía hasta primavera", continúa la veterinaria vilanovesa.

Los animales que sufren las "picaduras" presentan diferentes síntomas, como una hipersalivación o llevarse a menudo las patas a la boca. El riesgo, explican los veterinarios, es que los tejidos inflamados pueden llegar a necrosar, y que si la toxina de la procesionaria afecta a la laringe del perro, éste podría llegar a morir asfixiado. Por ello, avisan a los dueños de mascotas de que, si éstas han estado en contacto con la procesionaria, acudan cuanto antes a una clínica, ya que se trata de una urgencia que hay que atender de inmediato. Aunque, como siempre, lo mejor sea prevenir que lamentar, y llevar la correa siempre a mano.