Arsenii es un niño ruso de 12 años que vive en la región de Brianks, a pocos kilómetros de Chernóbil, escenario de una de las mayores catástrofes nucleares de la historia. La ciudad en la que él reside se vio bañada por la nube radiactiva y ni siquiera hoy, más de 30 años después del accidente, la zona está limpia.

Cuando él nació, hacía ya más de dos décadas que Chernóbil estremeció el mundo, pero los bebés seguían presentando enfermedades relacionadas con la radioactividad. A él mismo se le diagnosticó insuficiencia respiratoria. Pero gracias a una familia de Vilagarcía, durante los veranos puede respirar aire puro, comer pescado y verduras frescas, y bañarse en el mar.

Arsenii es uno de los niños víctimas de Chernóbil que participan en los programas de acogida temporal en Galicia que la asociación Ledicia Cativa organiza desde hace más de 20 años. Su familia adoptiva es de Vilagarcía, y anima a otros vecinos de la comarca a acoger. "Si hubiese más familias, podrían venir más niños", sostiene Beatriz Álvarez García.

Es en esta época del año cuando las asociaciones que traen a Galicia niños de lugares devastados por las guerras, catástrofes ambientales o la pobreza reciben las peticiones de las familias de acogida. La labor de Solidariedade Galega co Pobo Saharaui ya está plenamente consolidada en O Salnés, mientras que la presencia de Ledicia Cativa es por ahora tenue.

La única familia arousana que ha abierto su casa a un niño de Chernóbil es la del matrimonio Antonio Álvarez, Isabel García y la hija de ambos, Beatriz Álvarez. Este será el tercer año que convivan con Arsenii. "El primer verano que vino estaba superasustado -recuerda Antonio Álvarez- por la diferencia de cultura y el desconocimiento del idioma. Ellos, por ejemplo, no son tan expansivos como nosotros. En España la gente se toca, se abraza, se besa constantemente, y eso a los rusos se les hace raro".

Su esposa afirma que lo principal del programa es que, "en solo dos meses que echan aquí, la salud de estos niños mejora muchísimo". "El aire puro que respiran aquí, el yodo del agua del mar, el pescado fresco... Todo eso les hace mucho bien, porque mucho de lo que comen en Rusia aún está bajo los efectos de la radiación".

Su hija, Beatriz Álvarez, cuenta que Arsenii no había visto el mar antes de llegar a Galicia, y que ahora le encanta nadar y bucear. Fue ella quien le enseñó, y quien le metió entre las olas en la playa de A Lanzada, sin soltarle la mano. "El acoger a estos niños es una manera de poner un granito de arena para ayudar a una persona a ser feliz". Por ello, recomienda a más arousanos a que llamen a las puertas de asociaciones como Ledicia Cativa o Solidariedade Galega co Pobo Saharaui. "Yo a la gente le diría que pierda el miedo. Porque veo que hay mucha gente solidaria que no se atreve a dar el paso por miedo". Su padre, por su parte, quiere dejar claro que el dinero no es una excusa. "Donde comen dos, pueden comer tres, y hasta cuatro".

El Sáhara

Rosana Rey es la delegada en O Salnés de la asociación de apoyo a los saharauis. Hace seis años que acoge, y ya ha tenido que pasar el mal trago de despedirse de una niña que no podrá volver a participar en "Vacacións en Paz" porque ha sobrepasado la edad máxima. "Lo he pasado fatal, pero es ley de vida. También hay padres que ven a sus hijos marcharse al extranjero a trabajar o a estudiar. Pero voy todos los años a verla al Sáhara y estamos en contacto todos los días a través de WhatsApp". La niña sigue llamándola "mamá".

Rosana Rey volverá a dar hogar este verano a una niña, porque dice que la experiencia del acogimiento, "engancha". Pero apunta que no solo participa en el programa para que los menores puedan huir durante unos meses de los 50 grados que abrasan el desierto en verano o del hambre.

"Eso es lo principal, claro, pero también acojo para dar visibilidad a lo que está pasando en el Sáhara". Para ella, está muy bien echarle un cable a los niños, pero la solución definitiva no llegará hasta que el pueblo saharaui se libere de Marruecos. "En sus territorios tienen mar, tienen pesca. Ojalá no tuviesen que venir aquí".